La provincia del Chubut vive no sólo un momento grave en lo económico, sino que a esta compleja situación financiera se agrega un panorama político que sólo puede definirse en una palabra: incertidumbre.

Es imposible hoy saber qué camino va a tomar el gobierno de Arcioni porque incluso parecen desconocerlo los propios protagonistas. El inicio de año muestra ya resultados complejos para la gestión provincial, con un duro revés en la Legislatura contra el paquete de medidas y con varios ministros del gabinete dando un portazo. El escenario reclama una urgente definición por parte de la cabeza, con decisiones inmediatas que enderecen el rumbo. Hay anuncios inminentes, pero anticiparlos es un enigma: todo es posible a esta altura.

El diagnóstico es claro para cualquier analista y no se necesita demasiada lucidez para advertir que hay un enorme vacío de poder en la provincia. El actual gobernador no tiene capital político propio, sino que heredó una estructura montada por su antecesor, Mario Das Neves, que sólo le reconocía liderazgo a él. Cierto es que le tocó bailar con la más fea, en una provincia con números en rojo, un gobierno nacional de otro color político y una Legislatura con mayoría opositora. Pero también hay que decir que las primeras medidas del nuevo mandatario no ayudaron a generar un clima de gobernabilidad, sino que por el contrario le generaron más inconvenientes de los que ya tenía.

Hasta ahora, la decisión más importante que tomó fue sacar al diputado Jerónimo García de la jefatura de Gabinete y poner en ese lugar clave a un abogado de su confianza como Sergio Mamarelli. A dos meses de ese cambio, la idea no parece haber sido buena.

En primer lugar porque García se fue disgustado y la relación con Arcioni quedó dañada, siendo que el legislador es nada menos que el jefe de la bancada oficialista en la Legislatura.

En segundo lugar, porque es un representante del "dasnevismo duro" y su salida generó desconfianza en el entorno más cercano a la figura de Das Neves. Y para colmo puso a trabajar como viceministro Coordinador a un hombre que viene de las filas del FPV y que era uno de los diputados más aliados de la gestión Buzzi, como es Félix "Pirincho" Sotomayor.

Y en tercer lugar, lo que es más importante de todo: la elección para ubicar en Coordinación de Gabinete a un hombre como Mamarelli, que por su cargo debería haber venido a solucionar problemas, pero en cambio no para de provocar dolores de cabeza. Se trata de un abogado de buena posición económica que vive en San Luis, que tuvo un paso por el guinlismo en Comodoro pero hace 20 años que no militaba políticamente en Chubut. El hombre llegó con una serie de ideas que parecen desconocer el contexto provincial de los últimos años, sin absolutamente nada de tacto para decir las cosas.  Inclusive lo ha  llevado  a defenestrar públicamente la herencia recibida de parte de todos sus compañeros de gabinete en un equipo del que su jefe y amigo, el actual gobernador, formaba parte.

Lo único que parece haber logrado Mamarelli hasta acá es consenso en el rechazo  a su figura: nadie habla bien de él en todo el arco político de la provincia.

Sus compañeros de gabinete lo reprueban, la oposición no lo respeta y ni hablar de los gremios estatales, que lo consideran su enemigo número uno por las medidas de ajuste que tiene en su cabeza.

De hecho en dos meses no recibió prácticamente a ningún dirigente y sus allegados dicen que no tiene intenciones de hacerlo. Los grandes anuncios de medidas para salir de la crisis fueron en mayor parte ideas suyas, inconsultas con sus pares, y sin medir las consecuencias de la repercusión pública.

Y si hubiera habido un diagnóstico de un ministro Coordinador con volumen político, se hubiera advertido que para aplicar estas medidas había que trabajar mucho en los consensos, avanzar en acuerdos con entidades intermedias, sindicatos, cámaras empresariales, partidos políticos y legisladores opositores. Nada de eso se hizo sino que por el contrario, se envió un paquete de medidas de ajuste a la Legislatura y se pidió responsabilidad a diputados de otro color político mientras el mismo Mamarelli se iba de vacaciones 10 días apenas a dos meses de haber asumido y con una provincia incendiada. No hace falta agregar más.

El resultado fue el previsible, sin compromiso político en el tratamiento previo por parte de los mismos autores de las medidas poco populares, los diputados opositores dijeron que no les podían venir a pedir compromiso a ellos, y en una sesión con sólo dos legisladores ausentes, ambos oficialistas que tampoco mostraron el mínimo compromiso para interrumpir sus vacaciones, el gobierno tuvo un resultado catastrófico, una goleada en contra.

Así las cosas, a 75 días de gestión, el gobierno de Arcioni tiene poco para mostrar. Sólo ha logrado ir pagando los sueldos de estatales con ayudas permanentes del gobierno nacional que desembolsa unos 500 millones por mes, con un compromiso a cambio de aprobar medidas -como el Pacto Fiscal y de aplicar un recorte a partir de la emergencia- que no se han podido cumplir. Hay una mirada general de que si esto continúa así llegará a su punto más difícil en marzo, una vez terminadas las vacaciones, sin paritarias que fijen un aumento y con los estatales en pie de guerra. El ejemplo de Santa Cruz, que el año pasado tuvo apenas 20 días de clases no parece tan lejano en este escenario. Arcioni pretende convocar a una nueva sesión extraordinaria en febrero, pero antes debe generar otro contexto político que le permita creer en un resultado diferente al que obtuvo en la sesión del 9. De lo contrario sería un suicidio.

Y en medio de este caos, la falta de acompañamiento de su equipo de gobierno ya se vuelve inocultable y algunos comienzan a abandonar el barco. Arcioni aprovecharía el momento para reemplazar a los que se van y cambiar a los que no le estaban gustando desde hace rato. Por estas horas la danza de nombres y de cargos es impresionante, abonada desde el mismo gobierno. En las últimas horas han sido numerosas las reuniones ofreciendo lugares en el gabinete. Por un lado hay encuentros con el dasnevismo duro, con el que Arcioni consensuaría cambios de figuritas para no herir susceptibilidades. Pero a la vez hubo encuentros con dirigentes de Cambiemos y ofrecimiento de puestos a gente del radicalismo y el PRO. Incluso hay quienes oyeron la "genial" idea de una Mesa de Concertación Política, con todos los partidos participando para dar una mano a la gobernabilidad.

La primera pregunta que debe responder Arcioni es cuál es su pertenencia política, porque la cuestión de que nadie pueda "sacarle la ficha" es el origen que genera la desconfianza en todos. El arco político provincial está midiendo al gobernador permanentemente, en cómo gobierna, si tiene agallas para tomar decisiones, si está dispuesto a tener enemigos y enfrentarlos, si está convencido de lo que hace. Querer quedar bien con todos no trae buenos resultados. En la práctica sólo se obtiene que todos te palmeen la espalda pero luego nadie se la juegue en tu favor.

Volvemos a la incertidumbre, que se expresa en una serie de preguntas sin respuesta. ¿Arcioni mantendrá el rumbo de identificación con un dasnevismo que no le responde? ¿O intentará sumarse al color del gobierno nacional, que maneja la billetera, rompiendo con sus anteriores aliados? En ambos casos está claro que el FPV estará en la vereda de enfrente, porque ya quedó demostrado que la llegada de Sotomayor no arrojó resultados, y las reuniones con dirigentes como Linares y Touriñán no han ayudado. El PJ provincial está copado por el kirchnerismo, a diferencia de lo que ocurre en el Congreso. Y los actores locales ya demostraron que no van a dar una mano, sino que por el contrario, si hace falta le van a dar un empujón cuando lo vean al borde del abismo.

Se vienen horas decisivas: Arcioni anunciará en los próximos días quienes se van y quiénes se quedan en su gabinete. Necesita gente con nuevas ideas y mayor nivel de compromiso. Hay versiones de cambios de roles con los mismos nombres, donde algunos dejan un cargo para ir a otro en una serie de enroques enlazados. Si esto se cumple sería mero "gatopardismo", es decir, cambiar algo para que nada cambie. Mientras tanto, el lunes hay un encuentro importante en Buenos Aires, entre funcionarios nacionales y dirigentes locales de Cambiemos, para definir qué tipo de ayuda se le seguirá dando a la gestión Arcioni. Si una "flotante", con arribo de fondos para apagar incendios a la espera de las elecciones de 2019, o una "comprometida", sumando gente al gabinete provincial que tomen decisiones y afronten las medidas que hacen falta. Todo es posible.  Lamentablemente, así estamos.