Alberto Fernández dio un discurso esta tarde, desde las 18, a modo de balance de los cuatro años de gestión, área por área. Es una manera de poner en valor su paso por el Gobierno nacional que comenzó el 10 de diciembre de 2019, tras el triunfo de Frente de Todos.

El discurso del presidente saliente fue grabado este viernes, a las 11, en el Patio de las Palmeras de la Casa Rosada. Tiene una duración de una media hora aproximadamente y estuvo asesorado por su círculo íntimo: el secretario general de Presidencia, Julio Vitobello, y el exvicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos.

El Presidente comenzó su discurso haciendo mención a los 40 años del retorno de la democracia y al traspaso de mando que se llevará adelante en las próximas horas. “La generación que esperó aquel día con el dolor por quienes ya no estaban, con la fuerza de quienes habían resistido y la esperanza de lo que íbamos a construir, tal vez no podía imaginar que cuatro décadas más tarde estaríamos frente al traspaso institucional del gobierno de una fuerza política a otra de un símbolo diferente, ambas elegidas por el pueblo”, destacó.

Luego hizo hincapié en las dificultades que enfrentó su Gobierno en estos cuatro años -con énfasis en la pandemia, la guerra de Rusia y Ucrania y la sequía- y detalló la situación económica del país que le dejará el líder libertario, que fue electo el pasado 19 de noviembre en el balotaje y quien tomará el mando a partir de la semana próxima.

“El año entrante ingresarán, producto de nuestras exportaciones agrícolas y ganaderas, de nuestras exportaciones de gas y de litio, alrededor de 35.000 millones de dólares. Además, gracias al gasoducto que construimos, dejaremos de gastar 5.000 millones de dólares para importar gas licuado. De aquí hasta el 2030 las estimaciones marcan que las exportaciones sumadas de bienes y servicios crecerán el 80%”, dijo.

Fue entonces cuando le solicitó a Javier Milei no realizar los ajustes que él mismo adelantó durante su campaña electoral: “Con semejante escenario no es razonable pensar en un ajuste que detenga nuestra producción y restrinja el empleo y el consumo que tanto nos ha costado recuperar. Debemos cuidar que bajo el argumento de querer resolver el problema fiscal, no se vulneren los derechos de los que trabajan ni se frustren las aspiraciones de los que invierten y producen”, advirtió Fernández.

El mandatario también resaltó su postura contraria a la de su sucesor al referirse con halagos a las empresas estatales, a las cuales les reconoció su capacidad de trabajo y les agradeció por “demostrar el crecimiento que tiene el Estado”. En la misma línea, defendió las obras públicas -que Javier Milei aseguró que dejarán de realizarse durante su gestión- y señaló: “Si el plan de viviendas que nosotros impulsamos continuara, el año entrante otras 50 mil familias estarían accediendo a una vivienda propia. Ahí está la trascendencia de un Estado presente. Si el Estado no lo hace no habrá nadie en el mercado que se preocupe de hacerlo”.

En este sentido, habló sobre la grieta y se lamentó por no haber podido cerrarla: “En este particular momento del mundo donde los discursos de odio y la confrontación degradan cualquier debate, deshumanizan la convivencia y espiralizan la violencia y la incertidumbre, quienes ocupamos lugares públicos tenemos la obligación de estar serenos y recuperar el diálogo. Si de algo me reprocho es de no haber sido capaz de haber terminado con la grieta que nos separa y nos enfrenta. He aprendido que para cerrar la grieta no hace falta someter al otro, no se trata de ver quién impone su relato. Lo que hace falta es caminar junto al otro, aprender a profundizar los acuerdos y minimizar las diferencias”.

Alberto Fernández continuó realizando un repaso por su gestión. Lo hizo enumerando los logros y desaciertos cometidos en los últimos cuatro años y haciendo algunas autocríticas, particularmente en materia de inflación y pobreza.

“Sabemos que no alcanzamos los objetivos que nos propusimos en el fortalecimiento del ingreso, la lucha contra la inflación y la disminución de la pobreza. Porque las circunstancias y el contexto no nos acompañaron y también porque deberíamos haberlo hecho mejor o diferente. Asumí el gobierno en diciembre del 2019 en una situación calamitosa, con altísimos índices de pobreza e inflación y una deuda que nos comprometía por generaciones. Soy plenamente consciente de que el voto popular de ese momento expresaba la esperanza de terminar de una vez y para siempre con esa herencia y que no logramos plenamente el cometido”, admitió el jefe Estado.

Y sumó: “Siento satisfacción con todo lo hecho y construido, pero también siento pesar por no haber podido concretar todo lo que nos propusimos alcanzar. Lo que faltó hacer, lo que nos impidieron hacer, lo que no debimos hacer o lo que debimos haber hecho de otro modo. Sé que en todo tengo responsabilidad. Aun cuando fue singular el momento en que nos tocó gobernar y aun cuando el contexto argentino tornó todo más complejo, no estoy aquí para cargar culpas en otros”.

Su mensaje concluyó con agradecimientos a su equipo político y una mención especial a Cristina y Néstor Kirchner. “Actuamos de buena fe y hemos trabajado honradamente. He dejado todo de mí en estos cuatro años de esfuerzo y solo me he llevado el enorme honor que me han concedido de presidir esta Patria que tanto amo. Lo he hecho junto a un extraordinario equipo de colaboradores y quiero hoy agradecerle a quienes me acompañaron en la función pública desde el gobierno nacional y también a las y los gobernadores, intendentes y a todos quienes dedican cada día de su vida a la única herramienta real de transformación en democracia: la política”.

“Como siempre nos marcaba Néstor, como siempre creyó Cristina, estoy convencido de que hacemos política para poder transformar la Patria. Mi reconocimiento también a ellos”, cerró quien este domingo entregara el bastón y la banda presidencial a Javier Milei en el Congreso de la Nación.

Cabe recordar que la última actividad oficial de Fernández como presidente fue este jueves al participar en la cumbre de jefes de Estado de Mercosur en Brasil, donde fue elogiado por el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva.