Terapia intensiva: el trabajo al límite, sin tregua y sin plan B
El COVID puso en jaque la terapia. Reciben pacientes críticos, contienen familias, tienen roce diario con la muerte. Sólo piden conducta social.
La situación de la terapia intensiva del hospital Zonal Esquel, que debe dar respuesta a toda la cordillera de Chubut, es crítica. Cada uno de los integrantes del equipo lo sabe y lo vive con angustia. Silvana Ichazo es la Jefa de Enfermería del sector. Está agotada pero cree que "no es momento de aflojar". Pide conciencia social y explica que hoy "no tenemos plan B".
Las declaraciones de este viernes del Director del Hospital de Esquel en el programa radial Notas de Radio marcaron el tono de preocupación y de cansancio, "Basta de joda, si no se cuidan se van a morir" dijo el médico sin vueltas.
Y en igual sentido se expresa Silvana Ichazo. Al entrevistarlos da la sensación que están al límite de sus posibilidades, conviviendo con la impotencia que les genera que algunos sectores no entiendan las reglas elementales.
"Estamos colapsados, tenemos las seis camas con pacientes ventilados mas el anexo con dos camas también ocupadas con paciente COVID" señaló la responsable del área. "Hoy por hoy no tenemos un plan B y tenemos como back up dos respiradores en la guardia pero no es permanente" aclaró. Tampoco es sencillo pensar en derivaciones, cada cuadro debe evaluarse particularmente y lo cierto es que la demanda de camas en otras ciudades también es muy alta.
Ichazo refiere un dato que no es menor, están ingresando pacientes más jóvenes que también terminan en terapia "los pacientes COVID ingresan a la guardia, si están al límite van a clínica médica y en cuestión de horas hay que ventilarlos" explicó. Pero la mirada también está puesta en las edades "tenemos pacientes de 27 años, de 30, de 42, hay varios por debajo de los 70 años" .
Desde marzo del año 2020 cuando la pandemia de COVID - 19 sorprendía al mundo los equipos de salud comenzaban a prepararse sin saber a ciencia cierta lo que vendría. La historia comenzó entonces, con casos o sin casos en el principio, tal cual sucedió en la cordillera de Chubut, sabían que iba a llegar y debían estar preparados. Ese fue el día uno y hasta hoy no pararon.
La zona transita hoy la primera fase de la enfermedad mientras el país y el mundo habla de la segunda ola inclusive con nuevas cepas, más contagiosas y virulentas. No están lejos, Neuquen o Mendoza ya están registrando los primeros casos.
Por eso la insistencia está puesta en la responsabilidad individual, y el control de las medidas. Pero sin la primera es imposible llevar adelante la situación y los resultados son dolorosos.
Silvana no recuerda situaciones parecidas en los once años que tiene en el sector. Quizás el estrés generado con el brote de hanta, pero el abordaje fue diferente. Con COVID el paciente puede estar muchos días internado en una terapia, en cambio el hanta no da tiempo y el desenlace es más rápido.
Los terapistas y el equipo de enfermería del sector permanecen de forma constante en la sala. Este contexto obligó a que las familias no puedan entrar a ver al paciente, muchas veces sin poder despedirlo. Silvana explica que ese punto están intentando abordarlo de otra manera. "Contener esa parte es muy triste, sobre todo cuando vienen a despedirse" nos explica.
Lo cierto es que la impronta de las comunidades pequeñas, donde los vecinos se conocen, genera mayor presión en esta tarea. Los vivos, los enfermos y los muertos tienen nombre, dejan de ser "casos", tienen cara, son próximos, los conocemos. Y eso también golpea diferente.
Un día a día agotador, que necesita de una comunidad que acompañe con conducta. Llegará seguramente el momento volver a planificar, a proyectar con otros parámetros. Pero hoy toca cuidarse y acompañar con conciencia.
Te lo dicen ellos que están obligados a enfrentar vidas conocidas y muertes conocidas.
"No es momento de aflojar" dice Silvana y se va a descansar unas horas junto a los suyos, para juntar fuerzas y volver a empezar.