El papa Francisco reconoció la santidad del enfermero Artémides Zatti, conocido como “El enfermero santo de la Patagonia” y próximamente lo declarará santo, según lo adelantado este domingo en el Vaticano.

Este sábado, el pontífice se entrevistó con el cardenal Marcello Semeraro, que conduce la Congregación para las Causas de los Santos, y autorizó la promulgación del decreto donde se atribuye el milagro al beato Zatti y, en consecuencia, resta su canonización, cuya fecha deberá resolverá el papa Francisco.

El supuesto segundo milagro que el Vaticano ha aceptado para su subida a los altares es la “curación inexplicable” en 2016 de un hombre en Filipinas que sufrió un ictus isquémico y que derivó en otras complicaciones, según informó la Congregación Salesiana.

Los salesianos expresaron su alegría por el primer santo de su congregación que no fue sacerdote, sino solo consagrado, y de quien el propio pontífice argentino es muy devoto.

El camino hacia los altares tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.

Quién fue Artémides Zatti

Enfermero laico salesiano, Artémides Zatti falleció el 15 de marzo en Viedma (Río Negro), a los 71 años. Había nacido el 12 de octubre de 1880 en Boretto, en Italia. Llegó al país en 1897, radicándose en Bahía Blanca y, luego, a los 20 años, se incorporó a la congregación de los Salesianos.

De joven, Artémides empezó inmediatamente a frecuentar la parroquia y, asistiendo a un sacerdote con tuberculosis, contrajo la enfermedad. Por eso, se trasladó a Viedma a la Casa Salesiana y se transformó en el gran enfermero salesiano.

Se consagró totalmente al hospital y llegó a ser subdirector, administrador, experto enfermero apreciado por todos los enfermos y por los propios trabajadores de la salud que le fueron dejando cada vez más libertad de acción.

Su servicio no se limitó al hospital sino que se extendió a toda la ciudad de Viedma y la Región. Se movía a cualquier hora, con cualquier clima, haciéndolo todo gratis.

En 1950 el infatigable enfermero cayó de una escalera y fue en esa ocasión cuando se manifestaron los síntomas de un cáncer que él mismo diagnosticó lúcidamente. Murió un año después, totalmente conciente.

Fue declarado Venerable el 7 de julio de 1997 y beatificado por San Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro el 14 de abril de 2002.

FUENTE: Diario Río Negro / ADN SUR