Tal como ocurre todos los años en Semana Santa, muchas personas comen pescado, sobre todo el Viernes Santo, como una tradición muy arraigada. Se trata de un acto de significado cultural y religioso y para muchos es una forma de penitencia.

Una de las explicaciones más comunes a la tradición de comer pescado en esta fecha se encuentra en la historia cristiana. Durante la Semana Santa, los cristianos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Según la tradición, el Viernes Santo marca el día en que Jesús fue crucificado, y como tal, se observa como un día de penitencia y reflexión.

Se interpreta como una jornada de penitencia. Comer o no comer carne es una decisión individual y el consejo de la Iglesia Católica es la abstinencia.

Al respecto, el padre Rodolfo Costa Heredia, Vicario General de la Prelatura Esquel y titular de la Parroquia Sagrada Familia, señaló que “el Viernes Santo no se come carne como una forma de sacrificio, pero si no se puede no hay que sentir culpa”.

“Lo principal es mostrar el sacrificio o arrepentimiento interior en los actos, de nada sirve hacer el gesto de no comer carne si después no sigo los principios cristianos”, remarcó el sacerdote.

“la Iglesia nos pide que tengamos recogimiento interior y lo acompañemos con el ayuno, comiendo cosas sencillas como un ofrecimiento que le hago a Dios”, concluyó.