En las páginas amarillentas de los diarios antiguos de Esquel, los avisos comerciales no sólo ofrecían productos o servicios: hablaban con otro idioma

Usaban el “vosotros”, pedían al público que “ocurra” al local y ofrecían “carne gorda y barata” sin vueltas. Hoy, esos anuncios nos permiten asomarnos a otra época, donde hasta la publicidad tenía su propio encanto.

En la Hemeroteca de la Biblioteca Pública Municipal, se encuentran publicaciones de los periódicos Esquel y El Libre del Sur de los años 1926 y 1936, en cuyas páginas se observan avisos que hoy nos resultan llamativos, curiosos y hasta nos sacan una sonrisa. 

Panaderías, carnicerías, fondas, zapaterías y almacenes se promocionaban con textos breves y directos, en muchos casos firmados con el apellido del dueño como único sello de identidad.

Uno de los ejemplos más llamativos es el de la “Carnicería La Obrera”, que ofrecía sin rodeos “carne gorda y barata”. No había gráficos llamativos ni colores. Bastaba con la promesa concreta para atraer a los vecinos del pueblo.

Aviso de la Carnicería La Obrera. “Carne gorda y barata”, una fórmula directa que hoy parece insólita, pero que era garantía de buen producto en aquellos años.
Aviso de la Carnicería La Obrera. “Carne gorda y barata”, una fórmula directa que hoy parece insólita, pero que era garantía de buen producto en aquellos años.

Otro aviso curioso de la época es el de la “Nueva Carnicería de Salomé Anriquez”, que informaba su traslado a un nuevo edificio sobre calle General Roca. Más allá del cambio de local, lo que llama la atención es el énfasis puesto en la “existencia de carne gorda especial”

El concepto de “carne gorda”, lejos de tener una connotación negativa, parecía ser un atributo valorado. El remate del aviso, con tono amable y directo —“Visítenos y será nuestro cliente”—, redondea la pieza publicitaria.

Aviso de la carnicería de Salomé Anriquez publicado en 1936 en el semanario El Libre del Sur.
Aviso de la carnicería de Salomé Anriquez publicado en 1936 en el semanario El Libre del Sur.

En la misma línea, pero con una estética más elaborada, se encuentra la publicidad de la carnicería y fiambrería “Esquel”, de Víctor Mena & Cía., que combina imagen y texto. 

La frase “Servicio esmerado” remite a una atención personalizada, mientras que los “precios módicos” apelan al bolsillo de una clientela popular.

Publicidad de la carnicería y fiambrería “Esquel”, de 1936. Se destaca el “servicio esmerado” y precios accesibles.
Publicidad de la carnicería y fiambrería “Esquel”, de 1936. Se destaca el “servicio esmerado” y precios accesibles.

Los negocios tenían apellido

En una recorrida por estos avisos de época, se repite un patrón: los apellidos están siempre al frente. En algunos casos, incluso por encima del nombre del comercio.

Así aparecía la panadería “Universal” de Ortiz Hermanos, que entonces era una promesa de sabor y calidad. El apellido “Ortiz” era suficiente para ubicar el local.

Publicidad de la Panadería Universal de Ortiz Hermanos. En tiempos donde cada apellido marcaba una referencia.
Publicidad de la Panadería Universal de Ortiz Hermanos. En tiempos donde cada apellido marcaba una referencia.

Lo mismo sucedía con la Zapatería de Antonio Guitart, que ofrecía calzado a medida y composturas con “prontitud, esmero y a precios módicos”.

Aviso de la zapatería de Antonio Guitart. Composturas con “prontitud, esmero y a precios módicos”: todo a nombre del dueño.
Aviso de la zapatería de Antonio Guitart. Composturas con “prontitud, esmero y a precios módicos”: todo a nombre del dueño.

Los Talleres de Brun, Isidro y Cía., también se promocionaban como “fábrica de carros y carruajes de todas clases”, e invitaba a pasar por el taller que también incluía Aserradero. 

“¿Queréis carne gorda y barata?”: los llamativos anuncios de los comercios de Esquel en el siglo pasado

El caso de La Anónima

Entre todos los avisos, uno destaca por su tamaño, su estructura y por ser testimonio de un fenómeno que marcaría la historia comercial de toda la región: La Anónima.

En ese entonces, el anuncio oficial era de la “Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia”, con su sucursal Esquel claramente identificada. A diferencia de los otros, este aviso tenía tipografías más ordenadas, separación por rubros y una idea clara: no se trataba de un negocio familiar, sino de una empresa en expansión.

Aviso institucional de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia. Conocida simplemente como “La Anónima”, se convirtió en un actor clave del comercio local.
Aviso institucional de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia. Conocida simplemente como “La Anónima”, se convirtió en un actor clave del comercio local.

Palabras que pintan una época

Los avisos antiguos también dejan entrever formas de hablar y vender que hoy ya no se usan, pero que decían mucho. Expresiones como “precios sin competencia”, “excelente surtido” o “atención esmerada” aparecían con frecuencia. Eran fórmulas de cercanía, más que de marketing.

También es curioso notar cómo se destacaban detalles como la invitación a “pase a visitarnos, aunque no compre” o el uso de la palabra “pichinchas” para describir una liquidación. Todo era más humano, más personalizado.

Tres avisos que hablan por sí solos

Entre los anuncios conservados, tres publicidades revelan con claridad ese espíritu de época:

  • Casa Macayo: 

El aviso, de fines de los años 20, destaca con una tipografía imponente y un mensaje directo: “la única casa que vende más barato”. 

El llamado a “pase a visitarnos, aunque no compre” refleja una estrategia comercial basada en la confianza y el contacto directo. El aviso incluye sucursales en Esquel y Trevelin, y describe el negocio como tienda, ferretería, zapatería y almacén: todo en uno.

Publicidad de la tienda Casa Macayo. El llamado a “pase a visitarnos, aunque no compre” refleja una estrategia comercial basada en la confianza y el contacto directo.
Publicidad de la tienda Casa Macayo. El llamado a “pase a visitarnos, aunque no compre” refleja una estrategia comercial basada en la confianza y el contacto directo.
  • ¡Pichinchas!: 

En este aviso del año 1931, la empresa Capraro ofrece herramientas y materiales “como ser palas, carretillas, barretas, martillos, maderas etc. etc.” por motivo del cierre de obra del edificio de la Escuela N° 20.

Además del tono coloquial y la repetición enfática del “etc.”, aparece el nombre del encargado, Vicente Speranza, como responsable directo de la venta. Un nivel de personalización y cercanía poco frecuente en el comercio moderno.

En este aviso del año 1931, el término “pichinchas” y la mención del encargado dan cuenta del lenguaje cercano de la época.
En este aviso del año 1931, el término “pichinchas” y la mención del encargado dan cuenta del lenguaje cercano de la época.
  • Fonda Obrera de Pascual y Mayor: 

Una publicidad para un restaurante con “comidas a la minuta”, bebidas finas y precios módicos. Se destacaba también que “se reciben pensionistas”, lo que da cuenta de una función social del establecimiento, además de su rol gastronómico. 

Ubicada en calle 25 de Mayo, esta fonda muestra cómo el nombre propio y el boca en boca bastaban para consolidar una clientela.

Esta fonda de calle 25 de Mayo era parte del pulso cotidiano de Esquel en la década del 30. Un lugar donde comer bien y sentirse como en casa.
Esta fonda de calle 25 de Mayo era parte del pulso cotidiano de Esquel en la década del 30. Un lugar donde comer bien y sentirse como en casa.

Un reflejo que todavía perdura

Aunque pasaron casi 100 años desde aquellos anuncios, muchas costumbres no cambiaron tanto. 

Actualmente, en Esquel, seguimos nombrando muchos comercios por los apellidos de sus dueños (actuales o antiguos), aunque el cartel tenga otro nombre.

Esa lógica de apellidos como referencia sigue presente en la vida cotidiana

Estas viejas publicidades no solo muestran cómo se vendía, sino también cómo se vivía. Eran tiempos de confianza directa, de relaciones cara a cara, donde el nombre propio era el mayor capital.

Agradecimiento especial al personal de la Biblioteca Pública Municipal y del Museo Histórico Municipal de Esquel por el material bibliográfico y fotográfico aportado.