Por Milagros Nores

Siria y El Líbano. Dos países limítrofes que en Argentina son un todo y conforman el grupo migratorio más importante del país. En Esquel y alrededores, viven hoy nada menos que 150 familias descendientes de los pioneros siriolibaneses que llegaron a la cordillera a establecerse.

Alejados de su convulsionada tierra de origen, pero no ajenos, el 17 de abril recordaron una de sus fechas importantes, la independencia Siria de Francia. Y bien decir, ´recordaron´ en lugar de ´celebraron´, en un contexto doloroso, de resistencia a los embates permanentes contra su soberanía. Pero eso es parte de otro relato.

Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas

El pasado, las ceremonias, la vigencia de las costumbres y los proyectos de esta colectividad se sostienen en gran medida en las actividades que propone su sede social, la Asociación Sirio Libanesa o "La Sirio", que en abril cumplió nada menos que 94 años reafirmando las tradiciones árabes en un intercambio constante con la comunidad.

Su presidenta, Adel Kerbage, nos abrió las puertas del emblemático edificio de la calle 25 de mayo para contarnos cómo cada día lucha por honrar el legado de los fundadores. Adel es hija de libaneses y es un bastión de las costumbres árabes. "Se trata de conservar la cultura, de tener un lugar de encuentro" comenta sobre la sede.

Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas
Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas

"El fin de la asociación siempre estuvo ligado a las necesidades de sectores de menores recursos. A ser un centro de desarrollo social comunitario que pueda brindar soluciones a diferentes problemáticas de la comunidad". A su vez, cada tanto las familias árabes abren las puertas para celebrar en la calle sus fechas importantes, y convidan a los vecinos la exquisita gastronomía típica, aunque adaptada a las posibilidades de productos locales. Sin embargo el rasgo más fuerte que logró colarse en la cultura esquelense es la la danza árabe, cuya enseñanza proliferó con fuerza en los años 90 y ya suma varias escuelas y cursos, superando en cantidad de propuestas al ballet clásico o a las danzas folklóricas.

"De las chicas que se formaron en la asociación en danza árabe, hay cinco que tienen sus propias escuelas y tres de ellas que trabajan en buenos aires dedicadas a la danza árabe" -explica orgullosa Adel y añade que desde Esquel tienen "vinculación con todo este movimiento joven que hace seminarios de danzas tradicionales donde ellos vienen a dictar acá o vamos nosotros. Los chicos viajan a los encuentros nacionales de Dabke, que es el folklore tradicional y el mes que viene la Asociación Libanesa de Rosario, campeona mundial del folklore libanés hace unos años, viene a formar a los nuestros como instructores".

En busca de libertad y trabajo

Los primeros inmigrantes sirios que llegaron en 1921 a Esquel abrieron los brazos a sus vecinos libaneses, que llegaron unos años después, en épocas de destierro y acomodamiento a una nueva vida como extranjeros, hermanados por su origen árabe. "Eran los inmigrantes 'turcos', hablaban parecido y durante mucho tiempo habían estado bajo el domino del imperio otomano. Pero imaginate que es difícil no confundir, porque los países árabes son 22, todos hablan el idioma, con dialectos y modismos propios" explica Adel. "Los primeros sirios entonces decidieron comprar un terreno y se afincaron acá. Cuando llegaron los libaneses, eran la misma cultura, el mismo idioma, y desconocían el lugar, entonces los empezaron a ayudar. Conformaron la comisión directiva y la sede se transformó en el lugar de reunión de familias árabes".

Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas

"En la mayoría de los casos se movilizaban desde allá para salir de tantos siglos de dominación. Mi abuelo se vino en busca de trabajo y libertad con la idea de traer a la familia después, vino escondido en el barco, en la parte de abajo. Mis papás son libaneses, tardaron un mes y días en llegar en barco de el Líbano a Buenos Aires. Para ellos venir a América era "guau". Muchos se venían primero solos y después que se afincaban seguían en contacto con la familia y mandaban a buscar a la mujer, al hermano o al hijo mayor. Eran mercachifles, comerciantes " relata Adel.

Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas

Asef, Amsi, Felix, Aleuy, Jorge, Nasser, Alí, Mohana, son algunos de los apellidos de este origen que llegaron en la primera época. "Hay que tener en cuenta que los apellidos se anotaban como se escuchaban o como se entendían. Es el caso de Jorge, que en verdad es Yusef y es un apellido" aclara Adel.

Siriolibaneses en Esquel: cultura de puertas abiertas

Adel es una de las únicas de su generación que habla el idioma y está abocada a su enseñanza con grupos de chicos y avanzados. "Cuando yo era chica se hablaba en las reuniones, pero ya no -se lamenta- es un idioma muy complicado. La pronunciación, los sonidos de determinadas letras no los tenemos incorporados. Tiene muchos sonidos guturales, se habla con las consonantes pegadas y solo tiene tres vocales". Sin embargo,  "la idea es mantener la práctica para que no quede en el olvido".

Desde "La Sirio", se ofrecen cursos de gastronomía, folklore libanés, profesorado en danza árabe, instrumentos e idioma además de las tareas en curso, como terminar la ampliación del edificio, finalizar la biblioteca o inaugurar el museo.

En tiempos de compromisos diluidos y economías restringidas, esta sede supo integrar a viejas y nuevas generaciones y lleva adelante varios proyectos de mejora de la mano de Adel y su equipo. Pero lo central, sigue siendo un lugar de encuentro e intercambio, con las puertas siempre abiertas para propios y ajenos.