Busca a su madre biológica, en ese proceso descubrió que tuvo un hermano gemelo
Leandro tiene 51 años, es hijo adoptivo. Aunque en Esquel tuvo una infancia feliz, reconoce que siempre lo acompañó un vacío existencial que intenta resolver buscando a su madre biológica.
Leandro nació hace 51 años en el hospital de Trelew donde fue abandonado por su madre bajo extrañas circunstancias.
Vivió en ese centro de salud por seis meses hasta que fue adoptado por Cristina García Iñigo y Lorenzo Soriano, quienes al poco tiempo se divorciaron. Aunque tuvo una infancia feliz con su madre del corazón en Esquel, reconoce que siempre lo acompañó un vacío existencial que intenta resolver con la búsqueda de su madre biológica.
En esa recorrido indagando sobre la verdad, Leandro transitó el camino mas profundo de la fe cristiana ingresando al seminario para poder ser sacerdote. Previo a ello tuvo que terminar con su novia que le reprochó su decisión de ser cura con una bofetada, aunque con el tiempo supo entender que ese era el camino correcto para él.
Parecería que el ejercicio de la fe religiosa iba a sanar su inexplicable dolor interno. Leandro ayudó a los más humildes en su transitar pastoral. En la búsqueda de desafíos profundos se especializó en la práctica del exorcismo, algo que muy pocos sacerdotes pueden experimentar, pero todo eso no bastó porque cuando llegaba la noche lo invadía la soledad y ese sentimiento que lo acompañaba desde la niñez.
Primero con terapia y luego con la sabiduría de los obispos con los que se confesaba, Leandro decidió abandonar la curia y empezar una vida como laico, donde volvió a confiar en el amor de pareja y fue justamente su esposa la que lo convenció de iniciar la búsqueda de sus raíces que entiende le brindará la paz que su corazón anhela.
Desde Junín, provincia de Buenos Aires donde reside, Leandro dialogó con EQSnotas.com para contar los resultados que va obteniendo en cuanto a sus orígenes.
"Mi esposa me pide que llame al hospital de Trelew, algo que costó mucho hasta que me mandaran la información, porque fue previo a la pandemia y en un momento me enviaron unos papeles donde hay una serie de datos que no decían mucho. Fui madurando esto porque quería saber quién era verdaderamente yo, así que hice una presentación judicial en la Fiscalía Federal de Junín por supresión de identidad, entonces me la tomaron de inmediato e informaron que el trámite pasaba a la fiscalía de Rawson, donde empezaron a buscar a mi mamá biológica, Marta Peña, por medio de la Gendarmería, pero como no hay documento, no hay información".
Desde lo legal relata Leandro que su caso lo sigue el abogado Eduardo Hualpa de Trelew "gracias al doctor Marcelo Macayo que me hizo el puente con Hualpa y siempre le agradezco mucho. En este último tiempo apareció una médica que estaba en 1972 en el hospital de Trelew y justo da la casualidad que Hualpa vive cerca de esa doctora, la va a ver y le confiesa que desde hacía un mes estaba pensando de forma asidua en el bebé Peña".
Cuenta Soriano que su abogado constató en un primer contacto con la neonatóloga que prestaba funciones en el hospital de Trelew que esta médica tenía consigo un registro de nacimientos y datos clínicos de relevancia que fue confeccionado por ella misma ya que hasta entonces el nosocomio nunca había implementado este tipo de protocolos “el libro lo tengo yo… porque me lo trajeron del hospital frente a la posibilidad de que fueran quemados o destruidos y yo los guardé toda la vida" fue la respuesta de esta mujer a Leandro, significando un aporte clave para las pesquisas ya que no solo conservó este material por décadas, sino que tuvo por entonces la brillante idea de generarlo e instituirlo, dejando documentado cada nacimiento asentado entre 1970 y 1976.
La historia no termina allí, Leandro descubre que no era hijo único
Si a la historia de Leandro le faltaban condimentos dignos de una trama dramática de ficción, estos fueron apareciendo al abrirse los libros que están digitalizando en la justicia federal aportando datos reveladores como la identidad de su madre biológica "ahora tengo que esperar para ver si podemos ubicar a Marta Peña que sería mi madre biológica; después de esto y hablando con un familiar, este me cuenta que años atrás en el programa televisivo <Gente que Busca Gente> de Franco Bagnato, había visto que una mujer de Madryn que buscaba con desesperación a su hijo gemelo y que no sabía dónde estaba; entonces me entero que tengo un gemelo y que también está registrado en el libro que custodió la doctora por décadas donde figura que yo nací el 16 de marzo a las 23:50 y el día 17 a las 00:20 nace mi hermano".
Hallazgo y pérdida en el mismo momento
El camino de la verdad parecía abrir luz para Leandro y según él mismo expresa “los gemelos estamos muy unidos naturalmente, entonces después me dicen que mi hermano había fallecido al otro día de nacer y frente a esta noticia fuerte desde el punto de vista de la esperanza, luz y la misma fe yo ahí pude cerrar una historia porque a él no tengo que buscarlo porque partió. A partir de ahí mi corazón se empezó a sanar con esa paz que tanto busqué por años, pero bueno la causa sigue... porque con la presentación del testimonio de la doctora, hasta ahora no sabemos mucho más. Dios permitió que se vayan abriendo las puertas, porque en el libro está toda la evolución, los datos de placenta, mi historia clínica y la de mi hermano."
El seguimiento de la causa en el juzgado federal de Rawson está a cargo del secretario del fiscal, el doctor Vega "ahora el objetivo es ver si podemos ubicar a mi mamá biológica y si es así que podamos dar con una mujer que andaba buscando a su hijo gemelo"
-¿Qué edad puede tener Marta Peña hoy?
- Yo calculo unos 74 años porque tenía veintitrés por entonces y tengo que confirmar si no fue afectada por la pandemia, puede ser que esté viva. A lo mejor es esa mujer que toda la vida me estuvo buscando y por supuesto que si la encuentro mi mamá del corazón va a seguir siendo mi mamá… pero ella también lo es porque me dio la vida.
-Se abriría una puerta grande
-Si porque a lo mejor también tengo primos o hermanos menores, no fue fácil llegar acá y en todo esto siempre estuvo Dios y la virgen. Por supuesto que mi esposa Carina siempre estuvo acompañándome, ayudando y cuidándome con esta búsqueda de saber quién soy, sobre mi identidad y qué es lo que pasó conmigo verdaderamente.
Infancia y adolescencia en Esquel
Luego del desarrollo de la historia de búsqueda de Leandro, quedaron muchas preguntas de cómo fue su infancia, la relación con su padre Lorenzo, uno de los los empresarios mas exitosos e influyentes de la Patagonia en el procesamiento de algas marinas para la industria alimenticia y cosmética, referente de la Federación de empresarios chubutenses y ex ministro de Producción en la gestión de Carlos Maestro.
Su madre Cristina García Iñigo, fallecida también hace algunos años, fue una de las docentes mas queridas y respetadas por varias generaciones de niños de Cholila y Esquel, además se desempeñó como empleada judicial en el fuero penal, fue locutora en Radio Nacional Esquel y poetisa “una gran mujer con todas las letras, sin dobleces, sumamente honesta, trabajadora y siempre con la verdad” como la define el propio Leandro Soriano que agrega que su madre adoptiva fue “la primera que me impulsó a conocer mi verdadera historia, me contó lo que sabía y muchas cosas de lo que le dijeron a ella no son ciertas y como siempre la luz se manifiesta”.
-¿Tuviste una infancia feliz?
-Viví siempre con mamá porque mis padres se separaron rápidamente, su vida matrimonial no duró mas que dos años, después mamá y yo nos fuimos a vivir a Capital Federal, hasta que surge la vacante de maestras de áreas de frontera en Chubut y a raíz de eso ella le dice a mi abuelo García Borgonovo (histórico ministro de economía de Chubut) “papá… me voy a Chubut donde vos trabajaste tanto tiempo a la escuela rural de Lago Rivadavia.”
-Un cambio rotundo para los dos…
- Imaginate… luego de vivir en la Capital en un departamento de un piso con tres ambientes y todas las comodidades, pasamos a un lugar diferente y que a mí me hizo mucho bien. En esa escuela de campo donde estaba la casita de la maestra con las cosas simples de antes, no había cocina a gas y el agua la buscábamos del arroyo que estaba cerca. La escuela de Lago Rivadavia estaba ubicada en el paraje <La Bolsa>, antes de la entrada al Parque y en ese lugar hice mis primeros años de la primaria donde mi mamá fue maestra.
-¿En qué momento de su historia se mudan a Esquel?
-Nos trasladamos a Esquel porque yo tenía un problema de audición y otras cuestiones, es más hasta los cuatro años de edad no hablaba. Con esa preocupación mi mamá me llevó a Buenos Aires a un sacerdote sanador, de los monjes Benedictinos y a partir de ahí empecé a hacer un vuelco y después me empezaron a atender con psicopedagogas y todo un equipo muy importante con el doctor Mejía, padre además del famoso director del hospital Ramos Mejía.
-Sin dudas una tarea difícil para una madre sola
-Por entonces yo tenía ciertas vulnerabilidades, me costaba mucho adaptarme a estudiar, entre otras cosas. Luego los caminos de la vida siguieron y haber terminado la escuela primaria fue un paso muy importante por esas condiciones. Después entré al colegio Salesiano donde tengo mis más grandes y lindos recuerdos con mis compañeros de curso con quienes cada quince años nos juntamos. Soy de la generación de Marcela Roberts, Ximenez, Maximiliano Masquijo y tantos otros más.
-¿Así que los mejores momentos los viviste en Salesiano?
-Fue un tiempo hermoso, en esa época mi mamá trabajaba en la radio y a veces sus horarios no coincidían porque yo entraba a la escuela a las 6:45 y salía 13:30 después almorzaba y me iba al colegio, allí el padre Antonio, que era español nos charlaba mucho y nos invitó a ordenarnos como posibles sacerdotes, entonces íbamos temprano al colegio a estudiar en la biblioteca, después hacíamos deporte teníamos la cancha de basquet y también la de fútbol.
-Antes me contabas que a pesar de la felicidad que tenías, te sumías en la angustia y la depresión por momentos
-A pesar de esa felicidad escolar, siempre estuvo el silencio y el dolor en el corazón que me angustiaba mucho, algo que derivó en mis problemas alimenticios donde uno canalizaba comiendo mucho para apaciguar esa angustia. Después de terminar el colegio secundario donde trabajamos mucho en la pastoral social con las familias humildes arreglábamos sus casas junto al padre Antonio, al mejor estilo de Don Bosco. Fue así que decidí entrar al seminario en la diócesis de Comodoro Rivadavia a los 19 años y después nos enviaron a estudiar en la facultad de la UCA (Universidad Católica Argentina).
-¿Cómo fue descubrir ese nuevo mundo?
-El primer año era de discernimiento para ver si verdaderamente uno tenía vocación o no para el sacerdocio. Por ese entonces yo tenía una novia que me estaba esperando, cuando volví a fines de octubre y me ve bajar del colectivo le dije… mirá yo sigo, ella se puso muy mal y me dio un cachetazo pero en el fondo ya sabía que estaba esa posibilidad de seguir porque uno puede optar un camino de familia o entrega a Dios. Después con el tiempo nos encontramos, pudimos hablar y comprendió esa vocación.
La formación en el seminario fue un tiempo muy rico, hasta que en el tercer año de Teología me tuve que retirar porque hubo un acontecimiento familiar grave; a mi abuelo le había dado un ACV y de verla tan mal a mi mamá por quedarse además sin trabajo, decidí volver a Esquel para ayudar en casa con lo mi abuelo y acompañar a mamá. Me retiré del seminario, estuve como siete años afuera, reconozco que ese tiempo fue de aprendizaje para atender a un enfermo que es la mejor escuela sacerdotal como buen samaritano, que es lo que hace Jesús por nosotros todos los días.
-¿Y cómo manejaste esa crisis familiar?
-Fueron tiempos difíciles, con el abuelo imposibilitado y mamá que estuvo complicada unos cuatro meses porque ya ni comía debido a una depresión muy profunda. Pero siempre con la ayuda de Dios y a pesar de todas las tormentas que pasaron seguimos adelante. Tiempo después regresa mi abuelo a Buenos Aires y al poco tiempo falleció, entonces comienzo a tejer para retomar el seminario en Comodoro Rivadavia, luego ingreso a la diócesis de Bariloche donde me destinan a Luján con otro compañero seminarista y pese a que estaba en ese crecimiento espiritual, seguía estando presente la gran angustia de siempre como si tuviera el corazón quebrado.
Padre Leandro, el camino del Sacerdote Soriano
-¿Comienza entonces tu misión pastoral?
-Pasado un tiempo me ordené como sacerdote en la basílica de Luján, donde viví una experiencia única. Aprendimos a pensar desde una teología simple, el sentir y pensar del pueblo que peregrina con gente que se confiesa una vez al año.
También aprendí a saber escuchar, abrazar en el dolor. La basílica de Luján no es una oficina por donde uno pasa nada mas, sino que el peregrino llega cansado con dolor y tristeza, aunque con alegría para compartir o darle gracias a la virgen.
-¿Permaneciste mucho tiempo en Luján?
-Nosotros no estábamos de sacerdotes fijos, así que me designaron a Junín en una de las parroquias mas importantes de la diócesis, trabajé mucho la pastoral de enfermos en el hospital siendo capellán y en colegios secundarios. A los dos años, el Obispo me pide que vaya para Mercedes al seminario donde fui director espiritual y confesor teniendo la parroquia a cargo.
En ese proceso comencé con la renovación carismática, fui sacerdote sanador y la gente tiene que aprender que no se tiene que colgar del sacerdote sino de Jesucristo porque Jesús es el que ora, te mira con mucho amor, te abraza y sana. En ese proceso de renovación me dediqué al exorcismo, hasta el día de hoy me siguen llamando, pero les digo que estoy fuera de la iglesia.
Leandro, el esposo de Carina
-Y cuando te viene el llamado de dejar los hábitos?
-Siempre tuve en el corazón esto de tener una familia, me costaba mucho y llegada la noche me ponía a llorar en soledad con la idea de tener una compañera. A partir de ahí empecé un camino de discernimiento en lo espiritual, psicológico y con el obispo hasta que en determinado momento tomo la decisión por la paz de mi corazón, porque no podía tener esa vida que yo no quería. Reconozco que era feliz en el ministerio, pero sabía que llegada la noche, llegaba la oscuridad y un silencio que hiela los dedos. Uno no quiere vivir así, Dios tampoco, porque quiere que estemos felices y en paz.
-Entonces con firmeza tomaste una decisión…
-Siempre digo que en la iglesia hay sacerdotes para vivir célibes y sacerdotes que humanamente no pueden vivir en soledad, algo que cuesta mucho y con fuerza espiritual, oración y entrega es posible, mirándolo a Jesús. Cuando tomé esa decisión él me sonrió (Jesús) y me dijo caminá con esta mujer que te va a amar mucho, te va a cuidar, te va a valorar y yo estaré siempre en tu camino. Llevamos con mi esposa casi ocho años juntos aprendiendo a conocernos, amarnos y perdonarnos.
-¿Actualmente cual es la actividad en la que te desempeñas?
-Hoy en día trabajo como empleado administrativo en el tercer piso del hospital de Junín y como me conocen, me suelen pedir algunas familias que algunas veces acompañe a algún paciente para ayudarlo a vivir en su condición porque es un acto muy natural.
-¿Cómo era tu relación con Lorenzo Soriano, tu padre adoptivo
-Él murió hace unos siete años, tengo algunos hermanos por su parte pero con distintas madres y nuestra relación era muy atípica, mas bien política y de dinero, siempre así. Algunas veces he ido a su casa para algún cumpleaños y cuando comenzó a empeorar su salud viajé a verlo. Justo todavía era sacerdote y le di la confesión para que se vaya en paz. Le pregunté muchas veces quien era yo, quien era mi familia y nunca me contestó todo, fue muy cerrado.
-¿De tu padre biológico que se sabe?
-Por ahora nada, pero va a aparecer de a poquito, yo tengo mucha esperanza y fe, es un camino largo es difícil pero en este esfuerzo y andar, uno va recogiendo frutos que Dios pone en el camino.
-¿Entonces esa angustia que pesaba ya no te acompaña?
-No la siento. Entiendo que era por esa simbiosis de relación con mi hermano gemelo. Viví seis meses en el hospital y me cuidaron una médica y las enfermeras que me daban su cariño, besos y abrazos después llegaron mamá y papá a mi vida.
Para el final de la entrevista, Leandro nos encomendó un par de agradecimientos especiales para sus compañeras del secundario Patricia Codesal y Belkis Hube, piezas clave que profundizan la búsqueda en las redes sociales de su familia biológica y también a Gustavo Rivero de Trelew por su escucha y acompañamiento con acciones concretas en la búsqueda de su identidad.