Érase una vez un simple ciudadano esquelense pretendiendo viajar a Buenos Aires de la manera más segura, según estudios científicos: por avión. Hete aquí que durante la misma jornada de la travesía, el mencionado recibe la notificación vía comunicación electrónica que el trayecto se cancelaba por motivos completamente desconocidos, ya que en la misiva digital no mencionaba los motivos. Puede fallar, decía TuSam. 

Se dirimió la situación “pronto e bene”:  se tomó el colectivo a Trelew por la noche y luego al mediodía partía hacia Buenos Aires, puesto que el motivo del viaje era una formación académica intensiva. A los 8 días tocaba la vuelta peeeerooooo… a las 24 hs.  previas al día de regreso (que era domingo) el protagonista recibe otro mail que informaba que el viaje estaba NUEVAMENTE CANCELADO, sin alegar ningún motivo. La supuesta reparación al “inconveniente” era: o viajar a Bariloche recién a las 48 hs. del viaje fallido o volver a Esquel a las 96 hs. del mismo. Cual experimentado matemático, sacó cuentas; decisión: vuelta por Bariloche con el intervalo suficiente como para tomar el colectivo y poder arribar a casa, a Esquel.

La adversidad no terminó acá. Sale el vuelo de la misma línea demorado a Bariloche, no llega a horario, al llegar a la terminal ya el colectivo había partido hacía 10 minutos, salir a correrlo, alcanzarlo, subir, sentarse en el tan ansiado asiento (como sacar la llave de Feliz Domingo) y llegar, por fin llegar.

Muchos son los agradecimientos (y no en tono de broma), a pesar de semejante indefensión; porque eso es lo que genera todo esto: indefensión. A la chica de Aerolineas Argentinas del Aeropuerto Esquel, laburante de la última línea quien, ante la cancelación del viaje de ida y ante el caos que la empresa generó, levantó el teléfono, atendió amablemente y recomendó hacer el trayecto desde Trelew,  ya se sabía que cancelaban el vuelo del día siguiente desde Esquel y Bariloche estaba detonado (algunos dirán que ese es su laburo, pero hay que bancarse las espantosas decisiones de la empresa en la que trabajas y aguantarse con la mejor cara la bronca de la gente); al personal de la empresa de colectivos en Bariloche que, ante llamadas insistentes, demoraron lo que pudieron el colectivo que venía a Esquel para que el pasajero en cuestión pudiera llegar; al “tachero” que salió a correr el colectivo, sabiendo que el viajante no tenía ya suficientemente efectivo e igual lo llevó a destino: muchos participaron para que tuviera un final feliz.. porque llegar a casa es un final feliz.

Pero a esos invisibles empresariales, esos que determinan quien sabe por qué (porque debe ser uno de los grandes misterios del universo, ya que nadie da respuesta oficial) se cancela el único vuelo que llega a nuestra localidad y que por ejemplo provocan angustia y desesperación a turistas cuyo regreso eran originalmente un domingo, y los regresan recién 5 días después, sin bancarles absolutamente nada, OBVIAMENTE ; a esos que responden que, ante la segunda cancelación relatada y el elegir nuevamente el trayecto a Trelew, SE DEBIA PAGAR UN ADICIONAL (que nunca se cobró a la ida frente a un trayecto que tiene una de las tarifas más costosas del país). A esos que solo nos consideran ser un código de reserva y arreglátelas como puedas, a esos no se les agradece nada.

Atravesamos una coyuntura en la cual hoy sacar un pasaje en avión se traduce en empezar a prender velas a San Expedito. Recuerdo cuando nuestra aerolínea de bandera tuvo tal crisis que la ciudadanía a pleno salió por las calles a defender a sus trabajadores (¿se acuerdan el conflicto laboral del 2001?). Y seguramente volveríamos a hacerlo, porque es nuestra aerolínea de bandera. Aspiro que esa consideración  sea mutua, no sólo con la ciudadanía de Esquel, sino con el turista que intenta venir a invertir por su descanso en nuestra región. Que así alguna vez sea.

Por Claudia Asorey