Por Milagros Nores

Nadie olvida su salita de jardín, ni su primera "seño". Y si el jardín de la infancia además sigue ahí, a mano para darse una vuelta, saludar, abrazar a esas mujeres que nos dieron su tiempo, su paciencia y su amor, ese vínculo, por más cotidiano se hace irrompible.

La primerísima infancia. La que exige todos los cuidados es la tarea de este jardín maternal municipal que alberga desde hace 30 años a bebés de 45 días hasta los tres años. Forma parte del jardín N° 2414, que también integran los sectores Tremún Nehuen y Rayito de Luz.

El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia

Cada año, una matrícula de 200 niños pasa y sigue, o egresa. EQSnotas visitó este maternal ubicado en la esquina del Barrio Buenos Aires, en Pasteur 1004. Se hallaban en plenos preparativos para la fiesta aniversario que se realizó este sábado. Directivos, docentes, auxiliares y padres de la institución abocaron los esfuerzos para celebrar a pesar de la situación social, con el apoyo de una comunidad que responde con afecto y compromiso.

El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
Jardín Chispitas-Visita de las abuelas
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
Jardín Chispitas-Día de los Jardines

Rosana Ledesma, directora desde hace seis años de la institución, puso en valor la comisión de padres, que funciona desde el año 2003. Gracias a los eventos que organizan se logran distintos objetivos relacionados con equipamiento para el jardín que de otro modo serían imposibles. "Tenemos mucho acompañamiento del municipio pero sabemos que somos muchas entidades que dependemos de Desarrollo Social" aseguró.

Rosana está acompañada por la vicedirectora Daniela Crespi y un equipo sólido de profesionales que llevan adelante un jardincito emblemático para la comunidad, con una matrícula que siempre queda corta frente a la demanda anual de ingresantes.

El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia

El Chispitas tiene diez salas. Cuatro a la mañana, cuatro a la tarde y dos a la noche. Los criterios de ingreso son seis: niños que ya asisten al jardín; niños en vulnerabilidad; niños que pertenezcan al radio; hermanos de niños que asisten; niños del radio con ambos padres que trabajan; niños que no pertenecen al radio pero que ambos padres trabajan.

Comenzó como un jardín para hijos de afiliados de ATECh en el año 1989, pero la sede era en el Hotel Cordillerano. Luego, en el ´90 se mudaron a una casa de familia y en el ´91 se consiguió el espacio actual para iniciar la construcción, con aportes de muchas familias e instituciones. Cuando finalizó el convenio con la ATECh el jardín contaba con una trayectoria y un modo de trabajo consolidado que no podía perderse, por lo tanto lo absorbió el municipio en el año 2005, durante la gestión del "Rafa" Williams.

El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia
El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia

Las fortalezas 

"El Chispitas tiene una marcada relación para con las familias -resume Rosana- En tantos años han cambiado las formas pero lo fundamental que es la integridad del niño y la autonomía se han mantenido. Acompañar niños que puedan desarrollarse desde tan corta edad de la mano de su maestra y su auxiliar".

"La familia necesita confiar en la docente. En la sala de bebé hay que ver cómo duerme, cómo lo alimentan, cómo lo cambia su mamá, de qué forma lo hace dormir. Todo eso aprendemos" relata Rosana.

El contacto con los bebés y los niños, pero ajenos. Una tarea inmensa. Recorriendo el pasillo del Chispitas, hallamos a Julia. Ella no es solo auxiliar, es una segunda mamá para esos niños. Desde hace 17 años que es feliz con su trabajo."Me da muchas satisfacciones. Cuando egresan a los tres años, me piden que me vaya con ellos al otro jardín" cuenta riéndose. Su trabajo es nada menos que atenderlos, criarlos: "Es vigilarles el sueño, verlos cuando empiezan a gatear y a fin de año ver cómo se van caminando, arrastrando las mochilas" dice emocionada.

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"Más que la formación del docente, el compromiso es más importante. Por más que tengas un jardín con todas las condiciones, si el docente no está comprometido no va a funcionar" explica Rosana. Por otra parte, trabajan con acuerdos de convivencia. "Se establecen con las familias. Ofrecemos diferentes formas de comunicación para detectar qué esperan y qué podemos ofrecer nosotros. De ahí se construyen códigos".

El Jardín Chispitas, una huella de amor en la infancia

De ese modo, se hace más fuerte el vínculo con las familias y la comunidad. "Cuando mandamos números, rifas, ventas de locro, todas las familias trabajan y colaboran y eso es una gran satisfacción" marca Rosana.

Desde la comisión de padres, Marilin Martínez y Silvana Sánchez Albornoz también hacen su aporte al valor del Chispitas: "En todos los momentos de la vida de los hijos uno le da importancia a la educación, pero al ser maternal, el primer contacto y el primer desprendimiento con los hijos, tiene que ser especial. El Chispitas nos da la confianza de que están contenidos".