La escena del 25 de mayo de 1810 que se reproduce en el imaginario colectivo y en los actos escolares, tiene condimentos de sobra para perpetuar el sentimiento patriótico, así como un halo de romanticismo que nos habilita como argentinos a contar-nos la misma historia, y sentirnos parte una y otra vez de lo mismo, aunque no haya sido "exactamente así".

Muchas de las imágenes y situaciones que se narran nunca existieron, o se confunden con años posteriores. Dos reconocidos historiadores que se han encargado de chequear la veracidad del relato oficial recurriendo a los archivos históricos sobre el 25 de mayo son Daniel Balmaceda y Ana Castro.

Algunos de los símbolos y creencias más arraigadas sobre la gesta de mayo que pusieron a prueba:

-La presencia de una "multitud" frente al cabildo: "En las actas del cabildo no está el pueblo participando, y el petitorio para nombrar una nueva junta fue de 411 personas" dice Castro, en tanto Balmaceda analiza: "La concepción que en ese momento se daba a la palabra "pueblo" era muy diferente a la actual: el pueblo se llamaba a los vecinos importantes, con peso político, e incluía a militares, sacerdotes y profesionales.

-Ni escarapelas, ni paraguas, ni peinetones, ni sereno: símbolos de gran peso en la representación de mayo. La escarapela no llegó hasta el año 1812. Aquél día hubo cintas. Con respecto a los peinetones, también llegaron mucho después, en 1828. Y sobre los paraguas, se trataba de un bien de lujo para la época, por lo que es probable que haya habido dos o tres, como mucho.

El sereno, del que todos recordamos "las doce han dado y sereno", era quien anunciaba el tiempo, pero tampoco estuvo en 1810, sino que aparece en 1830.

-El "festejo" de mayo: tampoco existió. "Una vez que la junta presidida por Cornelio Saavedra juró, cada uno en su cargo, se instaló rápidamente en el fuerte. En ese momento se desencadena la lluvia y todo el mundo se va a su casa. Ahí termina el 25 de Mayo" fundamenta Castro.

Fuente: Diario Perfil, Los Andes