Una de las caras del Mundial pasa por el impulso que genera a ciertos comercios, con la venta de productos que la gente adquiere para lucir los colores albicelestes y alentar a la selección.

Es el caso de Pachu Game, ubicado sobre 25 de Mayo a metros de la esquina con Rivadavia. Esa intersección es el epicentro de los festejos después de cada triunfo futbolístico.

En este sentido, Francisco Espíndola sostuvo que después de un primer partido que dejó el ánimo bajo y, lógicamente, no hubo festejos, comenzaron a trabajar fuertemente con los productos mundialistas a partir de los siguientes encuentros.

Las cornetas, banderas, pelotas, camisetas y pinturas para la cara son lo más demandado, con precios para todos los bolsillos. 

Está claro que el Mundial apasiona a los argentinos, pero también activa de cierto modo el movimiento económico.