Edificios que cuentan la historia de Esquel: la antigua capilla salesiana
A casi un siglo de su construcción, en la esquina de Roca y Chacabuco se levanta un edificio que nos conecta con el pasado. Su fachada es la misma, pero en sus muros se respira el paso de generaciones.
En la esquina de Chacabuco y Roca, un edificio de piedra resiste al paso del tiempo. No es solo parte del paisaje urbano: es el corazón de una historia de fe, comunidad y compromiso que empezó hace casi un siglo. Es la antigua capilla salesiana, hoy parte del Colegio Salesiano, pero por décadas, el único templo católico del pueblo.
La historia comienza en las primeras décadas del siglo XX, cuando una creciente población católica de Esquel demandaba un espacio para el culto.
En aquellos años, varios sacerdotes salesianos comenzaron a recorrer la zona como parte de su tarea misional, entre ellos los padres Francisco Vidal, Luis Marchiori y el incansable Juan Muzio, quien sería recordado como el “apóstol del Chubut”.
El sueño de un templo propio
Según el testimonio de la profesora Gabriela Macchi y registros del Museo Histórico Municipal, en 1927 el padre Muzio llegó a Esquel junto al administrador de la Inspectoría Salesiana para estudiar la posibilidad de levantar una iglesia.
Antes de partir, dejó conformada una comisión de damas presidida por María Corradi de Paggi para comenzar la recaudación de fondos.
En 1930, Muzio volvió a instalarse en Esquel y, alojado en la casa de Pedro Paggi, se dedicó de lleno a alentar la obra. Para 1932, ya habían reunido cinco mil pesos y el 19 de marzo comenzó la construcción de la capilla.
El terreno original, cedido por el municipio frente a la plaza, fue cambiado por otro más amplio en Chacabuco y Roca, ya que el padre Juan quería construir no solo una iglesia, sino también una escuela.
El esfuerzo comunitario fue clave: desde Rawson y Madryn se trajeron muebles y objetos de culto, y vecinos como Mauricio Humphreys, que ni siquiera era católico, colaboraron con materiales y créditos informales. “No se haga problemas, me la paga cuando pueda”, le dijo al padre Muzio al ofrecerle la madera para el piso.
La capilla se terminó en 1935. Medía 24 metros de largo por 6,5 de ancho, y 6 de alto.
El cuadro del Sagrado Corazón —regalo de Don Bosco para la Patagonia— presidía el altar, también traído desde Puerto Madryn.
De misión a parroquia
En esos primeros años, no había un cura residente: los sacramentos eran administrados por sacerdotes que venían desde Trelew, incluso en un “auto-capilla”, una furgoneta adaptada como iglesia móvil.
Recién en 1938 se creó formalmente la parroquia de Esquel, bajo el patrocinio del Sagrado Corazón de Jesús, con jurisdicción sobre gran parte del oeste chubutense. El primer párroco estable, sin embargo, llegó dos años después, en 1940: el salesiano José Fogliotti.
Para entonces, la comunidad católica había crecido considerablemente y la antigua capilla ya no alcanzaba. En 1954 se colocó la piedra fundamental de un nuevo templo, que sería un homenaje al padre Juan Muzio. La construcción fue lenta, complicada por el clima y la falta de recursos.
Aun así, la tarea siguió gracias al trabajo de los fieles, donaciones gestionadas en Buenos Aires, y el empuje de nuevas familias italianas que llegaron a Esquel desde obras públicas en el sur.
Según recuerda el padre Sergio Michelli, jóvenes constructores como Ubaldo Ongarato (quien luego sería intendente) participaron activamente, junto a obreros como los Burelli y los Toppazzini que desafiaban el viento patagónico con andamios rudimentarios.
En 1965, finalmente, se inauguró la nueva iglesia del Sagrado Corazón. Con sus arcos imponentes y su estructura robusta, se convirtió en el edificio más alto de la ciudad.
Un testimonio desde la prensa local
El Diario Esquel, en su edición especial por las Bodas de Plata (1925-1950), también dejó testimonio de aquella historia.
“Ha sido un largo sueño de los católicos de Esquel contar con una capilla”, decía la nota, que destacaba el homenaje que el pueblo le hizo al padre Muzio en sus bodas de oro sacerdotales, y resaltaba la labor de la comisión de damas que permitió, en 1935, inaugurar la capilla consagrada al Sagrado Corazón.
Además de detallar el avance de la comunidad católica, la nota mencionaba la creación del Colegio San Luis Gonzaga, embrión de la futura obra educativa salesiana en la ciudad, y valoraba el trabajo de sacerdotes como Luis Tust y Benno Quandt, que recorrían la precordillera en su misión apostólica.
Hoy, la antigua capilla sigue en pie. Ya no es templo, pero sí memoria.
Su fachada, integrada al edificio del colegio, es testimonio de un pueblo que, con fe, trabajo colectivo y visión, levantó mucho más que un edificio: construyó comunidad.
Agradecimiento especial la profesora Gabriela Macchi, al personal de la Biblioteca Pública Municipal y del Museo Histórico Municipal de Esquel por el material bibliográfico y fotográfico aportado.