Así fue el primer viaje en auto a Futaleufú: cruce en balsa y muchas piedras en el camino
En febrero de 1931, un grupo de vecinos de Trevelin logró llegar en auto hasta Futaleufú, en Chile, luego de sortear enormes piedras, caminos difíciles y cruzar el Río Grande en una balsa.
En los primeros días del mes de febrero del año 1931, un grupo de turistas emprendió una travesía histórica: llegar en automóvil hasta el pueblo chileno de Futaleufú.
El intento fue tan inédito como desafiante. Si bien no existía una ruta formal, una incipiente huella comenzaba a marcar el camino internacional hacia el Pacífico.
En la Hemeroteca de la Biblioteca Pública Municipal de Esquel, podemos encontrar archivos históricos y publicaciones que cuentan hechos trascendentes de los primeros años de la ciudad.
Aquella excursión quedó registrada en las páginas del periódico local El Libre del Sur, publicado el 14 de febrero de 1931, que celebraba el avance, aunque también relataba con detalle los obstáculos del trayecto.
“La ruta internacional al Pacífico – Quedó prácticamente inaugurado para tráfico de autos el camino internacional hasta el vecino pueblo de Futaleufú”, titulaba en aquel entonces el medio informativo.
El periódico informó que un grupo de turistas de la localidad realizaron el viaje en 4 autos. El primer tramo se realizó en “perfectas condiciones”, cruzando el Río Grande mediante una balsa.
Pero a unos 1500 metros del poblado chileno, “la enorme cantidad de piedras que obstaculizaban la marcha de los autos”, impidió seguir avanzando. El cansancio y las dificultades del terreno obligaron a suspender temporalmente la marcha.
“No todas fueron rosas para los referidos turistas, pues la huella, por ser la primera vez que estaba transitada por autos, presentaba en todo su curso serias dificultades, viéndose obligados los esforzados turistas arrancar y apartar numerosas piedras, durante largos trechos”, relata la noticia.
Días después, según la crónica del mencionado periódico, “los señores Fidel Yáñez, Antonio López y Manuel Toledo, manejando el primero un auto Ford, viejo modelo, salieron de Trevelin con destino a Futaleufú”.
Esta vez, lograron cruzar la frontera y llegar al edificio de la escuela de Futaleufú, donde fueron recibidos por autoridades locales y compartieron un momento de confraternidad.
Las crónicas destacan el papel del juez y oficial del registro civil, señor Ramírez Rojas, quien acompañó a los viajeros y ofició de anfitrión.
“Los viajeros, a su regreso, demostraron estar encantados de las atenciones recibidas”, asegura otro párrafo de la noticia.
Entre carros, huellas y nuevas rutas
Según relata el libro “Esquel 100 años - Crónicas del primer centenario”, hasta bien entrada la década del ’30, gran parte de los caminos en la región eran simples huellas de carros que cruzaban arroyos, vadeaban campos y servían como vía de comunicación para el comercio rural.
La creación de Vialidad Nacional, y las obras impulsadas en las décadas del ’30 y del ’40, comenzaron a romper el aislamiento geográfico.
El desarrollo de rutas de ripio permitió acelerar la salida de productos desde el norte de la Patagonia y favoreció el vínculo comercial entre estancias y puertos. Aún así, viajar seguía siendo una aventura: se sabía cuándo se partía, pero no cuándo se volvía.
Un camino que aún espera
Casi un siglo después de aquella primera expedición, la Ruta Nacional 259 sigue siendo el principal vínculo terrestre entre Trevelin y Futaleufú. Sin embargo, el tramo argentino hasta el paso fronterizo continúa sin pavimentar, dificultando el tránsito durante los inviernos o tras lluvias intensas.
Aun así, la sensación de atravesar la cordillera por ese camino mantiene algo de aquella mística: conectar dos pueblos hermanos, entre montañas, historias compartidas y una ruta que nació a fuerza de voluntad.
Agradecimiento especial al personal de la Biblioteca Pública Municipal, del Museo Histórico Municipal de Esquel y del Museo Regional de Trevelin por el material bibliográfico y fotográfico aportado.