Amalia Artiles recuerda la llegada de La Trochita cuando tenía ocho años: "Fue muy emocionante"
El emblemático tren cumplió 80 años de paisajes recorridos, de encuentros, emociones y recuerdos grabados a fuego. Hoy, Amalia comparte una historia entrañable, un homenaje vivo al tren que marcó a toda una generación.
Este año, el Viejo Expreso Patagónico, más conocido como La Trochita, cumple 80 años de historia, de paisajes recorridos, de encuentros, emociones y recuerdos grabados a fuego en el corazón de la Patagonia. En Esquel, hay quienes no solo lo vieron llegar por primera vez, sino que vivieron con él una vida entera. Amalia Artiles es una de esas personas, y su testimonio emociona, porque es también la historia de todos nosotros.
Amalia tenía solo 8 años cuando vio por primera vez llegar a La Trochita a Esquel. Era el 25 de mayo de 1945, un día gris y frío, como suele ser esta época del año. “Estábamos con mis padres y mis hermanos, todos esperando. Fue un momento súper emocionante”, cuenta hoy, a sus 88 años, con los ojos llenos de recuerdos.
“En esa época para el 25 de mayo siempre había nieve, cosa que ahora ya no se ve. Pero ese día estaba todo el pueblo ahí. Era un acontecimiento”. La llegada del tren fue más que un hecho histórico: fue una revolución para la vida cotidiana de muchas familias.
Amalia habla con claridad, con ternura, y con una lucidez admirable. Recuerda cada detalle, como si lo hubiera vivido ayer. “Pensé que hoy iba a haber más gente. Es una lástima… porque la Trochita sigue andando, sigue siendo el atractivo de muchos turistas que vienen solamente por eso”, afirmó.
Una vida unida a los rieles
La historia de Amalia con el tren no terminó ese día de 1945. Años más tarde, como maestra y directora de la escuela de Nahuelpan, viajaba a diario en La Trochita. “Durante nueve años me llevó a la estación. Muchas veces me bajaba en el último paso a nivel. Ellos aminoraban la marcha y yo saltaba. Caminaba hasta la ruta y de ahí seguía hasta la escuela”, relató.
También guarda otro recuerdo especial: cuando el tren cumplió 50 años, fue elegida para romper la botella de champán en el festejo. “Fue muy emocionante. El municipio me invitó y me llamaron también de La Trochita para grabar un video donde cuento todo lo que significa este tren para mí”, cuenta Amalia.
Amalia se emociona cuando habla de esos viajes. De las estufitas en los vagones, del mate que se pasaba de mano en mano, de las milanesas que sacaba la gente para compartir. “Era hermoso. Mi madre disfrutaba tanto esos viajes. Era otra cosa. El tren nos unía. No era solo transporte, era encuentro, era vida”.
Hoy, con la sabiduría de los años, Amalia sueña con que la Trochita vuelva a conectar pueblos como antes. “Desde que dejó de ir hasta Jacobacci se perdieron muchas cosas. Pero yo tengo fe en que algún día todo vuelva a ser como era. Porque este tren es único. Y porque hay que seguirlo manteniendo, seguirlo disfrutando. Todo el mundo debería conocer lo que significa”.
La Trochita no es solo un tren: es memoria viva, es el eco de una infancia esperando junto a sus hermanos en un andén nevado, es el mate compartido con desconocidos que se vuelven amigos, es el salto al costado del camino para llegar a la escuela, es la emoción intacta en la voz de Amalia después de ochenta años.
Mientras haya quienes la recuerden, la cuiden y la cuenten, La Trochita seguirá viajando, no solo sobre rieles, sino también en el corazón de todos los que alguna vez la vieron pasar.