Por Milagros Nores

"Me fui a Buenos Aires sin saber hacer una salchicha", me dice Estefanía y suena extraño, mientras charlamos sumergidas en el perfume de sus tortas y scones en el local de la Avenida Ameghino, en donde todo invita a pellizcar.

Cuando esta mujer cocinera, creativa y tenaz comienza a relatar sus peripecias desde que aprendió a cocinar esa salchicha en sus épocas de estudiante, hasta el momento presente en que alcanzó el sueño de abrir su local a la calle, llega esa sensación de que todo es más simple cuando amamos lo que hacemos. Pero también cuando el trabajo es arduo.

Estefanía tiene una familia que fue creciendo al mismo e intenso ritmo que su gran pasión: cocinar, mientras trabajaba de contadora, su verdadero sustento. Contra viento y marea, creció y se inclinó por su proyecto de vida.

El resultado, Reina Mora Patisserie, es pastelería y panadería artesanal en un negocio ecléctico como su dueña, en el que la oferta se renueva constantemente. Estefanía es el alma de su proyecto con varios brazos, no solo por la impronta que tienen sus recetas ya consolidadas, sino por el estilo espontáneo y comprometido que adopta con una clientela que la sigue eligiendo.

Ficha Técnica: Reina Mora Patisserie/en ejecución "Cozama, fábrica de sabores"

Emprendedora: Estefanía Morello

Descripción: panadería y pastelería artesanal, desayunos, catering

Antigüedad: 8 años

FB: @reinamorapatisserie

Un comienzo arriesgado

"Nunca había hecho nada en mi vida. En casa siempre cocinaba mamá, ella daba cursos de cocina. La idea surgió en Buenos Aires, cuando estudiaba y necesitaba generar un ingreso extra. Se me ocurrió vender desayunos, postres y tortas en el edificio donde vivía. Había agarrado por primera vez una revista y empecé a ver todo lo que podía hacer. Veía una foto de algo que me gustaba y lo ponía en la lista" dice entre espantada y divertida. "Me hice folletos, imanes y se los repartí al portero. Se llamaba "Estefanía Repostería Artesanal".

Así fue el arranque, a puro arrojo y aprendiendo sobre la marcha. Empezó a tener cada vez más pedidos. En esas entregas también llegó su primera gran crítica: una señora le dijo que su tarta estaba cruda y ahí entendió que tenía que perfeccionar sus técnicas. "Empecé con los cursos de lo dulce, porque a mí me gustaba cocinar dulce" Pero esto era sólo el comienzo.

De ahí surgieron pedidos más grandes, desde llevar porciones de pasta frola a una estación de servicio, a organizar eventos de recaudación de fondos para 150 personas en la fundación en la que trabajaba.

"Reina Mora nació con una socia que era nutricionista, Isabel De Bernardi. Yo me había venido a Esquel y empecé a trabajar de contadora pero siempre con la idea de emprender en esto que me gustaba, con una inclinación especial que yo traía por la cocina de mujeres, solidaria. Tenía ganas de formar una cooperativa, con mujeres cocineras sin recursos".

Con Isabel pensaron el nombre. "Surgió cuando encontramos una mutisia pero de color rosa, la Reina Mora y queríamos que fuera algo propio de Esquel."

Las oportunidades y las dificultades: solo aprendizaje 

La mamá de Estefanía siempre estuvo involucrada en lo que por muchos años fue un hobby-emprendimiento para su hija. Le enseñó las primeras recetas de pastelería francesa y cuando surgía algún curso al que no podían ir, viajaba ella y aprendía. También ofreció el espacio físico para comenzar a trabajar: una cocina, pero había que refaccionarla toda y eso llevaba tiempo, y plata. Ahí surgió el primer crédito.

Estefanía recuerda: "Empezamos a cocinar en mi casa en el año 2010. Nos llaman de Esquel Diagnóstico y nos piden cien canastas navideñas con pan dulce, budín, galletitas. Mi mamá, en realidad era la que sabía hacer todo. Imaginate lo que fue, horneando pan dulce en mi casa, en la de ella, leudando masa por todos lados. Se nos ocurrían cosas que eran muy complicadas para nuestras posibilidades pero igual lo hacíamos y nos volvíamos locas. Esa fue la prueba piloto para empezar a hacer desayunos para fechas especiales, catering, viandas saludables, cenas en el Argentino... Todo el tiempo estábamos pensando qué inventar". 

La sociedad duró hasta el 2013."Un día decidimos separarnos y yo seguí sola. No me daban los números, era muy cansador y todavía no me decidía dejar mi profesión. Fueron un montón de años de no ver un peso y solo seguir porque estaba convencida de que me gustaba. En ese momento también me quedé embarazada" recuerda.

Para seguir en esto sola yo no sé si vi una oportunidad o vi un mercado, era lo que me gustaba. Podés tener suerte o no. Si no tuviera pasión lo hubiese dejado. Me llevó dolores de cabeza, peleas. Aparte antes no simplificaba porque no me daba cuenta cómo simplificar. Invadí mi casa con moldes, con asaderas. Tomaba pedidos hasta último momento. Dividíamos entregas en tres autos. Con el tiempo me dí cuenta de que involucré a mucha gente en esto: a mamá, a Jorge (su marido). Pero yo estaba como mula, iba para adelante.

Y llegó el primer local 

La concreción de su primer gran sueño: abrir un local a la calle, llegó en el 2016, en el mismo lugar donde tenía la cocina/fábrica. Quedaba en un pequeño rinconcito al final de un pasillo, pero aún así la distinción de la decoración y la atención hizo la primera diferencia. Allí comenzó a producir facturas en forma diaria acompañando la repostería sin abandonar una de sus unidades de negocio más fuertes: los desayunos y pedidos particulares. También vivió sus primeros tropiezos al asociarse con otros profesionales y tener que defender con uñas y dientes la calidad que buscaba en los productos. "La idea de mi negocio siempre fue y quise que seanproductos artesanales sin esencias ni conservantes, y eso cuesta. Por eso aprendí a hacer las cosas yo misma, como yo las quería".

Actualmente, Reina Mora es un clásico de los cumpleaños, con sus sandwiches "brioche", scones, tartitas en porción, tortas, budines y galletitas. Pero también hace menús semanales para retirar.

El presente, fortalezas y proyectos

El salto grande llegó cuando pasó del pasillo a la calle, pero en el local de al lado. A partir de ahí tuvo que tomar empleados en la atención al público y creció en oferta de productos. Toda una apuesta que arrancó a ritmo sostenido, hasta que le tocó la crisis que golpeó a la provincia. "Bajó a la mitad o más desde octubre del año pasado el trabajo. Está complicado, pero tengo la esperanza de que las cosas van a cambiar, esto no va a ser así siempre" asegura Estefanía.

Y no se inmuta, porque está acostumbrada a generar. En este panorama desalentador para el comercio, ella saca de la galera otro sueño: armar un polo gastronómico en su cuadra. En este momento, se encuentra en plena ejecución de su nuevo desafío "Cozama, Fábrica de sabores" una crepería, sandwichería y cafetería que complementará a Reina Mora y a la Pizzería que tiene su socio nuevo, a unos metros.

"La innovación en mi negocio está siempre -menciona- pero también entendí que hay cosas que pasan de moda y que es mejor quedarse con algo clásico pero bien hecho que estar siguiendo las modas pasajeras".

#EnVideoEQS, mirá lo que podés encontrar en Reina Mora

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"Lo más difícil es decir "basta, dejo mi profesión y me dedico a mi hobby". Una vez que tengas la idea lo más clara posible tenés que ponerte un par de objetivos a corto mediano y largo plazo como para seguir en un camino. Yo tenía claro eso. Vas puliendo la idea al andar, pero mínimamente tenés que saber adónde querés llegar. Hay que además tomarse el laburo de ver cuál es tu visión, tu misión, la idea del negocio e ir chequeando si vas cumpliendo, armarte una línea de tiempo. Es la diferencia entre acomodarte o ir a los ponchazos".

Estefanía desmiente el factor económico para emprender. "No es excusa decir "no tengo la plata". Si realmente tenés ganas de algún lugar sale. Hay estrategias, créditos, alternativas".

Así funciona para ella, una emprendedora consolidada y motorizada por una gran pasión, que se reinventa con asombrosa rapidez y no le teme al fracaso.

EQSnotas.com agradece el trabajo de CORDILLERA CREATIVA en la realización del trabajo audiovisual.