Por Milagros Nores

Qué mejor que el Día del Folklore para repensar la música popular de la Patagonia, su evolución y su presente. Hay muchos músicos de trayectoria, es cierto, pero pocos que abordan el folklore local como lo hace Néstor Martínez, desde su compromiso como difusor de artistas de la región y como apasionado cantor y compositor.

Néstor desborda de anécdotas, igual que su pequeño estudio de música con vista a la montaña. Un santuario plagado de fotos, discos, afiches, objetos de colección e instrumentos ubicados delicadamente, testigos de un modo de vida. Todo allí exhala el largo camino recorrido buscando cantores y hacedores de la Patagonia profunda.

Se me ocurre una primera palabra para abarcar al hombre: generosidad. Con "Las voces de mi gente" el programa de radio y televisión que ya cumplió más de 20 años, Néstor ha reflejado la cultura de la región como pocos y no pierde el entusiasmo. "Siempre ando encontrando artistas para mostrarlos. Soy un camino para que me cuenten y muestren lo que hacen. He entrevistado a muchos y guardo todo. A veces me da nostalgia, porque algunos ya no están más entre nosotros".

“El canto patagónico es conversar a través de la música”

—¿Existe un folklore de la Patagonia con un estilo definido? 

—No es fácil de definir, porque tenemos distintas corrientes. Argentina fue como un embudo donde cayeron todos los ritmos distintos. Tenemos el folklore nacional, el del norte, que tiene 500 años; el folklore surero o sureño que es el de La Pampa, y después el Canto patagónico. A medida que venimos hacia el sur, nos vamos aquietando. Llegás a La Pampa y ya no se baila chacarera, ya es huella, cifra y milonga, y más al sur, más milonga aún. Porque la milonga es cantar dentro de la cocina, porque a nosotros no nos ayuda el tiempo para cantar afuera, entonces ese canto se hizo hacia adentro, se conversó cantando. Los patagónicos hacemos canciones tomando esos ritmos. El ritmo definido es el loncomeo, que es aborigen, pero no todo cantor popular hace loncomeo.

—En tu caso, ¿por qué género te inclinás a la hora de hacer música?

—Yo soy un defensor de la música de acá, y le canto a la Patagonia pero por ritmos de folklore tradicional. Cuando un cantor me trae su poema o letra, yo me adapto al ritmo que siento. Hay métricas que te van llevando y uno ya sabe para qué ritmo da más. Siempre tomando zamba, aunque no es patagónica, o por chamamé, un ritmo que está muy metido en la Patagonia. Lo ha traído la gente del litoral que venía a trabajar, por eso ves tanto al Gauchito Gil en todos los caminos.

—¿Quiénes son los referentes del canto popular patagónico?

—Los precursores fueron los Berbel. Marcelo Berbel era de Neuquén, él y sus hijos movieron mucho el folklore patagónico, le buscaron otra vuelta. De nuestra región, Don Abelardo Epuyén fue el referente más fuerte. Hizo canciones bellísimas, cantó a la fauna, a la flora, hay una canción donde habla de la caza del jabalí. Esos ritmos tenían loncomeo, que es el baile de las rogativas donde hacen el movimiento de la cabeza imitando los animales. Tiene un loncomeo muy conocido que es "Quimey Tripanto". Pero si tuviera que hablar de un músico patagónico que trascendió fronteras es Hugo Giménez Agüero, desde Santa Cruz. Él sí hizo 21 veces Cosquín, recorrió todo el país llevando su música a las radios y apostó por eso.

“El canto patagónico es conversar a través de la música”
A medida: falta poco para terminar de fabricar su propia guitarra

—¿Algunos cantautores de la zona para destacar? 

—Chele Díaz, Eduardo Paillacán y Ariel Manquipán

—¿Cuáles son los estilos que predominan en los músicos locales?

Escuchando todo el país musical, el sureño tiene un estado de canción distinto, es más tranqui. Lógicamente también el negocio musical ha invadido tanto que los chicos de acá por ahí cantan mucho más chacarera y huayno. De la música patagónica cantan menos.

#EnVideoEQS Néstor analiza la movida local musical

Cantar y expresar "lo de uno"

Néstor comenzó a cantar desde chico. "Vivíamos en un paraje que se llamaba Cona Niyeu (Río Negro) donde no había luz eléctrica, había un transporte que venía cada diez días, y a veces en invierno pasaban tres meses y no entraba nadie, porque era una huella. Entonces nosotros tenemos de ahí el amor al canto, a la poesía, a juntarnos para expresarnos, lo fomentaban mucho papá y mamá. A la orilla de un fogoncito cada uno hacía sus cosas..."

—¿Qué letras te llaman la atención para cantar o ponerles música?

El cantor genuino que cante patagónico. Tengo una anécdota: una vez cuando vino Badía, con Estudio País, me dicen que cante ahí algunas canciones. Elijo "Zamba natural", de don Abelardo Epuyén. Cinco minutos antes de salir al aire viene la productora y me pide que haga una chacarera o un huayno. "No, no voy a cantar, voy a hacer algo de nuestra región" le digo y tuvimos un cruce. "Mirá, tenés a las abuelas tejedoras, al cocinero con cordero patagónico y querés que haga otra cosa" le dije. Ahí me saqué la guitarra. Me puse firme y la terminé cantando completa. En el estribillo entró Badía desde el estudio en Buenos Aires y ahí me empezó a presentar y tuvo lindas palabras. Pero cuesta.

"La gente se pone bien con las historias que yo cuento. Eso es importante. Las canto y sé los personajes, de dónde salieron. El canto es como cuando vos vas a comer: no es lo mismo que te tiren la comida a que te la adornen con pequeñas cosas. Yo abrazo las letras como si fueran mías, si las elijo es porque las siento" cuenta Néstor.

#Escuchá cómo interpreta una canción que hizo el músico de Esquel Luis Rosales en honor a la abuela Clorinda Azócar, que llevaba un catango de bueyes en el Alto Río Percy y hoy su nombre bautiza al escenario de la Fiesta del Carrero.

Por estos días, Néstor está inmerso en la guitarra que está fabricando hace un año y medio con sus propias manos con ayuda de un luthier. "Yo le diseñé el diapasón. Todos los refuerzos de adentro van a mano, con madera de alerce" me dice orgulloso. Un premio a su pasión.

Más de Néstor en el Documental producido por Agustín Cristiani, "La Canción Perdida".