Por María Lloyd

En julio de 2014 a Silvio Musacchio, le diagnosticaron cáncer en la garganta con metástasis en el cuello. Luego de someterse a un tratamiento con quimioterapia y rayos, a fin de ese mismo año los tumores habían desaparecido. Desde entonces cada cuatro meses se hace controles hasta que en 2018 le encontraron otra metástasis en la tráquea. Volvió a realizar un tratamiento que finalizó en abril de 2019 y hace poco se hizo el segundo chequeo sin encontrar signos de la enfermedad: "uno se puede curar, pero sanar, se sana permanentemente", asegura.

Contado así es más bien una historia clínica. Pero en vísperas del Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer, que se conmemora el 4 de febrero, hablamos con un hombre curado -por ahora, porque como asegura él mismo, a todos nos podría tocar en la misma probabilidad- pero no sanado. Esa pareciera ser la puerta que se le abrió cuando enfermó: comenzar a sanar.

Aquí comienza otra historia

"Cáncer", "metástasis", "quimioterapia" palabras que a muchos generan miedo porque esta enfermedad tradicionalmente se la asocia a la muerte. Según las últimas estimaciones realizadas por la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer, para el año 2018 Argentina presenta una tasa de incidencia de 212 casos por 100.000 habitantes (considerando ambos sexos y todos los tumores a excepción de piel no melanoma), cifra que la posiciona dentro de los países del mundo con incidencia de cáncer media-alta (rango 177 a 245,6 por 100.000 habitantes), ubicándola a su vez en el séptimo lugar en Latinoamérica. Esta estimación corresponde a más de 125.000 casos nuevos de cáncer en ambos sexos por año, con porcentajes parecidos en mujeres y hombres.

Más allá de las estadísticas, -no se puede negar que es una enfermedad con mucha incidencia y que en muchos casos deja graves secuelas - en los últimos veinte años han mejorado las terapias repercutiendo en las posibilidades de supervivencia de quienes la padecieron. Además de la medicina "blanca", que después del positivismo se abocó casi exclusivamente al cuerpo, surgieron y se diseminaron por el mundo otras terapias alternativas que contemplan la salud de manera holística, integrando mecanismos que trabajan con las energías, el estado anímico y la psiquis como parte primordial para mejorar el organismo.

En ese marco la prevención se ha convertido en la principal herramienta para luchar contra la enfermedad: hablar de ella es primordial. Por eso Silvio abrió generosamente sus puertas y contó su experiencia, en un intento de colaborar con romper el "tabú" de hablar del cáncer.

"¿Por qué a mí?"

"El impacto de cuando te dicen que tenes cáncer... ya la palabra lo genera, porque uno tiene la sensación de que no le va a tocar. Y después van construyendo imágenes, yo me decía "nunca fumé". El cáncer me vino a enseñar que todos podemos estar expuestos a esta y otras enfermedades, cuando te toca, te toca. Empecé a resignificar cuestiones que antes no le daba bolilla, transformar lo negativo en positivo, pararme en la vida de una manera distinta. Parece New Age pero no lo es. Ya no te sentís como que a vos nunca te va a pasar, es una probabilidad real. La única condición para morir es estar vivo, leí por ahí. Lacán decía que "la vida no es más ni menos que el camino hacia la muerte", claro que no tengo ganas de irme todavía... Quizás algún día me canse, pero no es algo que disponga yo, hay personas que sí lo hacen. Yo estoy muy aferrado a la vida entonces me permití transitar esta enfermedad", cuenta Silvio.

Es muy difícil estar en el lugar de alguien enfermo. En última instancia, la enfermedad lo pone solo frente a su "parte física" -definición que intenta no separar cuerpo/mente/alma- y hay una batalla que se libra hacia adentro. Los que rodeamos a quien enferma, sólo podemos acompañar.

Hay caminos y caminos, pero por su propio deseo de vivir, Silvio logró superar la angustia que le dio la noticia al principio, y se puso a indagar: "Confié en los médicos de inmediato. Hice quimio, me dieron drogas y rayos, pero además inicié todo un proceso que creo que colaboró con mi recuperación que se basa en que existen cuatro sistemas integrados: psico-nuero-endócrino-inmunología partiendo de la idea de que nuestro sistema genera nuestros propios medicamentos a través de nuestras hormonas y esto hace que según las emociones uno se cure o se enferme".

"En la vida nada está garantizado"

"Para pacientes que tenemos diagnósticos como el que tuve yo existen dispositivos de trabajo que te ayudan a transitar el aquí y el ahora de una manera distinta, con una visión más saludable. Para eso hay que trabajar las emociones porque a uno se le escapa permanentemente el pato. Ahora... es algo que no se termina ahí en el momento, todos los días pasamos por situaciones que nos afectan las emociones. Lo importante es anoticiarse de eso para tratar  que el cuerpo se afecte lo menos posible por eso hablo de las emociones, la biología de las emociones. Está comprobado que ante un estímulo de una emoción no saludable, al cuerpo le impacta y aumenta el riesgo de enfermarse. Aunque existan personas que se hayan autoagredido o hayan sido agredidas emocionalmente o consumiendo sustancias y llegan a los 90 con un cuerpo maravilloso y se mueren de viejos... Nadie puede tener una respuesta al respecto. Mi tatarabuela fumó hasta los 90 y nunca tuvo un cáncer ni de garganta ni de pulmón. No hay reglas, se trata del impacto que tienen las emociones y que varían según los cuerpos. Así que el cáncer me enseñó un montón de cosas, a vivir mejor, a no hacerme problemas por cosas que no tienen solución".

Silvio tiene dos hijos y una nietita de dos años, y no se olvida de recordar lo importante que son para su recuperación. Pero también los hay otros tipos de relaciones a las que prestar atención: "Yo aprendí que uno tiene que sanar vínculos rotos a lo largo de la vida, uno no puede estar en este mundo atravesado por intríngulis que no ha podido resolver, enojos, broncas, miedos. Aprendí a desprenderme de esas cosas y que no sean parte de mi cotidianeidad. Sané vínculos que estaban rotos, yo estoy convencido que mi enfermedad fue por temas emocionales. Todo el resto de elementos que podrían haberlo generado son mínimos en relación a lo emocional. Vivo más tranquilo, era un tano cabrón, por momentos era imposible acceder a determinados acuerdos... A partir de la enfermedad me di cuenta que no existe esto de tener la razón. Es más: no quiero tener la razón, es toda una responsabilidad", concluye mientras lanza una carcajada.

"¿Por qué no a mí?"

"Trabajás con tu ego, con creer que uno puede todo, y no es así... A veces no se puede. Yo me propuse por lo menos cansar a esta enfermedad, aburrirla. Desde esa postura no le doy opción a avanzar, parece un acto de soberbia pero es mi manera de llevarlo aquí y ahora. Me instalo en el lugar de aferrarme a la vida, eso es muy personal.

Con respecto a la ciencia tengo la sensación de que pasé de pensar que la quimio te destruye a pensar que si bien pasás momentos bravos, las estadísticas dicen que ayuda, hay más gente que vive más tiempo conviviendo con esta enfermedad. Hace 25 o 30 años atrás, morían más personas de cáncer, hoy hay un porcentaje mayor de los que permanecemos de este lado".

Funcionar, funciona. Pero hay cosas que las estadísticas no dicen

"Hay que tener en claro que una cosa es la curación y la sanación otra, uno puede estar curado, pero la sanación es permanente. Busco comunicar lo que a mí me atraviesa. Y en todo caso, aprendí a ponerme de acuerdo en que hay cosas que no podemos acordar. Mi sistema de pensamiento cambió y eso hace que mi sistema nervioso esté más sano. Como decían las abuelas "no te hagas mala sangre", eso tiene que ver con el sistema de ideas y creencias y cómo impactan con tu sistema nervioso. Disfruto las cosa de una manera distinta. Antes me daba la sensación que todo era tortuoso, ahora tengo tiempo, me doy el tiempo de encontrarme conmigo mismo. El sistema queda resentido, hay que cuidarlo. Mi cuerpo cambió, pero también mi manera de ver las cosas".