"Adoptar no es....trocar, canjear, comprar, sustituir, reemplazar, apropiarse, hacer caridad, hacer un favor, la solución mágica, hacer una obra de bien. Adoptar es recibir, abrazar, prohijar" Pilar Arias Iglesias.

Esta es la historia de Juliana. Esquelense, casada, dos hijos: Martín y Sofía.

Cuando Juliana eligió adoptar hace dieciocho años, además de sorprender a su familia, porque era muy joven y no había intentado tratamientos de fertilidad, también sorprendió al juzgado.

Juliana y su marido, Mauro, descubrieron que en Esquel, en 1998 no había pretensos adoptantes, eran los únicos. "En esa época era bastante común escuchar historias de parejas que viajaban al norte, casos de entrega directa o entregas ante escribano público".

Cuando toman contacto con el juzgado, les explican que hay una adopción por año. "A mí un año me pareció una eternidad" confiesa.

A los nueve meses los llamaron por Martín. Era recién nacido, su mamá biológica había decidido durante el embarazo que no quería continuar con su maternidad. "Cuando a ella le dan el alta nos llamaron a nosotros" recuerda Juliana.

"Eso estuvo bueno -relata- porque hubo alguien que pudo escucharla. Ella fue al hospital, fue atendida desde un principio como una mamá que había tomado esta decisión". Es sabido que la decisión de una mujer de no maternar a su hijo es severamente cuestionada moralmente, suele ser maltratada, juzgada, y "convencida" de que es un hecho aberrante.

"Es difícil de entender, pero hay que respetar la decisión de esas madres. En muchos casos retienen a los hijos por la presión de sus familias o de la sociedad, y esos niños en la mayoría de los casos terminan institucionalizados o vulnerados durante toda su vida" explica Juliana.

Estar preparados para lo que viene

"Martín llega así, con tres días. Fue maravilloso" -recuerda su mamá.

A los dos o tres años ya preguntaba por su origen. "Dónde estuve yo, quién es mi mamá, cómo se llama, dónde vive, yo la puedo ir a saludar?" "Sí, cuando seas un poco más grande, en algún momento..." era la respuesta.

Contar a un hijo que es adoptado ya no es una opción. Es ley.

-¿Dónde estuve?

-Estuviste en la panza de otra señora.

-¿Por qué no me quiso tener?

Muchas preguntas y menos respuestas, son los momentos más sensibles en el camino de la adopción. Se trata de un hijo con una historia previa que tendrá un peso para toda la vida. En la mayoría de los casos, la información que los padres adoptivos manejan sobre el origen de sus hijos es muy escasa.

"Siempre intenté que comprendiera que la decisión de su mamá biológica fue protegerlo. Fue una decisión sana para él" explica Juliana.

Para esta mamá, toda la parte dolorosa o de experiencias fuertes no se comparan con la realidad que vive todos los días. "La adopción es un camino que recomiendo en un 100%. Pero hay que estar preparado. Hay que leer sobre el tema, escuchar a otras familias. Abrir la cabeza. Uno crece, aprende. Y entiende que toda la familia adopta. Los tíos, los abuelos, los primos".

En la casa de Juliana la adopción no es un tema tabú, "en casa se charla, sale con naturalidad, está en el aire todo el tiempo" y asegura que, a pesar de ser muy movilizador para el adulto y para el niño, por la sensibilidad de la historia, la sinceridad es el mejor camino. "Poner todo sobre la mesa, aunque duela -recomienda Juliana- Esto ayudó a que Martín siempre lo tomara muy naturalmente".

Ser mamá por adopción: tiempo, verdad y amor

SOFÍA

Cuando Martín tenía dos años decidieron anotarse nuevamente en el registro. "En ese momento yo decía esperemos un poquito no vaya a ser que llegue muy rápido. Y mirá vos, tardó once años en llegar".

La pregunta del millón: "habiendo tantos chicos en el mundo y en hogares, cómo te hacen esperar tanto para adoptar?"

La respuesta es que esos niños no fueron declarados en estado de adoptabilidad.

"Para que eso ocurra, interviene la justicia. Pero la justicia hace todo lo posible para que la familia de origen pueda ahijar a ese niño. Llaman a la madrina, la tía, la prima...Si nadie puede, o nadie quiere o no están, recién ahí se declara en estado de adoptabilidad" -explica Juliana.

"Hubo un cambio en la mirada sobre la adopción que está bueno. Empezar a cuidar y a hacer más legal este camino que a mí me parece que es la mejor manera, para evitar el tráfico y la tenencia irregular de un niño que se termina convirtiendo en un objeto entre los adultos, puesto en situaciones en las que no debe estar" analiza.

Durante los últimos años y a partir de la última reforma del código civil se pudo ordenar el proceso de la adopción, para proteger a los chicos bajo la supervisión de la justicia y que principalmente no se vulnere la identidad del niño.

Cuando sucede que hay un niño en situación de adoptabilidad, el juez pide carpetas a los registros de adopción y selecciona a la familia indicada para ese chico. Los futuros padres atraviesan entrevistas, evaluaciones psicológicas y socioambientales para ingresar al registro de adoptantes.

Luego, de acuerdo a la historia particular del niño el juez evaluará si la figura será una adopción plena o una adopción simple. En el primer caso, no hay vínculo con la familia de origen. En el segundo caso, sí hay un vínculo con la familia de origen.

Pero volviendo a Sofía, llegó por una llamada. Así, de un día para el otro había que salir a buscarla.

"Ese día te olvidás lo duro que es esperar un hijo tantos años. Se te pasa todo" cuenta Juliana.

Sofía había estado sus primeros seis meses con una familia solidaria y ellos fueron los encargados de entregarla a Juliana. "Fue un momento muy duro para todos" recuerda Juliana.

Cuando creció un poco más y apenas conoció su historia, Sofía preguntaba `¿pero... en qué panza estuve?´

"Nada es gratuito en la vida de un chico, seis meses son seis meses, un año es un año. Todo deja su huella -explica Juliana- recién ahora Sofía puede hacer una línea de tiempo desde que la tuvo su mamá, pasó por la familia solidaria, hasta hoy".

Sofía y Martín fueron reconstruyendo su historia, a partir de su verdad, con tiempo para comprenderla y mucho amor de sus papás. El derecho a conocer su origen, saber de dónde vienen y contar quiénes son, es vital para su identidad.

Un día de segundo grado, Martín se paró en el aula y le contó a todos los chicos que era adoptado.

Otro paso más. Un paso sanador.

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