Cuando le diagnosticaron una micosis que afectaba las células de la piel no imaginó lo que iba a significar el tratamiento.

Las chances de abordar la situación local eran mínimas por lo que debió trasladarse a un centro de mayor complejidad y lo más próximo era Buenos Aires.

Fue así que dejó a su familia, inclusive a su hija, para atender su enfermedad. En principio viajó por un mes y volvió dos años después.

Hoy con la cabina de fototerapia que se incorpora al servicio de dermatología del Hospital de Esquel  puede controlar su salud en la ciudad sin moverse de casa, y viajar sólo para lo que resulte mas complejo y específico.

La enfermedad es crónica y volvió. "Les dije a las doctoras que no me quería ir, tengo una hija no quiero dejarla y sabíamos que por lo menos son seis meses o un año" explicó Zulema a EQSnotas.com

Esto es calidad de vida. #EnVideoEQS el testimonio de Zulema Colinecul