El 2 de mayo del 2008, explotó el Volcán Chaitén en Chile y una masa densa y constante de ceniza volcánica había viajado sin pausa los 200 kilómetros al este en línea recta que separan Chaitén de Esquel, pasando por todas las localidades de la zona, tornándolo todo gris, como si quisiera enterrarlo.

Con solo mirar lo que sucedía en las comunas chilenas de Chaitén, Futaleufú, y aledañas, se tomaba conciencia inmediata de la  emergencia. Chaitén no solo estaba sumergida en ceniza sino que había desbordado el río, arrasando con más de 500 casas, autos, postes y destruyendo escuelas. En tanto en Chubut, la erupción había provocado un sismo de 5 grados en la escala de Richter, con epicentro a 40 kilómetros al oeste de la localidad de Leleque, afortunadamente sin heridos. Los temblores se sintieron en inmediaciones del Parque Los Alerces y Trevelin.

Ese día en Esquel se ocultó el sol en medio de la nube de ceniza y los habitantes fueron uno a uno viviendo a su manera este fenómeno desconocido.

Se cumplen 14 años de la erupción del volcán Chaitén

De las primeras horas de incertidumbre a la devastadora realidad, se fue conociendo que las comunidades chilenas habían sido evacuadas y se estaba albergando a los pobladores donde se podía. El gobernador Das Neves llegó a Esquel y dispuso el cierre de colegios y aeropuertos. Las rutas, que permanecieron abiertas a pesar de la escasa visibilidad se humedecieron con agua para evitar más suspensión de ceniza.

Con el correr de las horas, se dio a conocer que la ceniza no era tóxica pero sí podía provocar situaciones respiratorias, enrojecimiento de ojos e irritación de garganta. Por prevención, se dispusieron planes de contingencia en el Hospital Zonal de Esquel para poder proveer a quienes necesitaran de barbijos y colirios. Asimismo, se ordenó el acopio de agua ante la posibilidad de una nueva erupción. Desde el gobierno nacional, enviaron un avión Hércules del Ejército con remedios para distribuir en toda la comarca.

Se cumplen 14 años de la erupción del volcán Chaitén

Por la tarde, la nube gris ya se podía divisar desde Comodoro Rivadavia y desde la Dirección de Defensa Civil de Esquel estimaron que para las seis de la tarde ya el 50 por ciento de la superficie de Chubut había sido cubierta por la ceniza.

Las puertas y ventanas se sellaron con cintas de papel para evitar la contaminación permanente del aire, y la vida se limitó a lo mínimo por unos días. Era salir a la calle con barbijo y rogando por que el volcán no volviera a despertar.

Nada fue igual de allí en más. Aprendimos a convivir con la posibilidad que un día un volcán podía entrar en erupción. Tomamos mayor noción del significado de los eventos sísmicos. Entendimos algo más de los procesos naturales imprevistos.

Y del otro lado de la cordillera, los hermanos chilenos nos dieron una lección de vida. A pesar de todo volvieron a empezar.