Desde hace algunos años, el último primer día de clases (U.P.D.) se instaló como un ritual entre los adolescentes que comienzan el último año de secundaria. El escenario que presenta este encuentro especial representa una preocupación  debido a que se focaliza, principalmente, en el consumo excesivo de alcohol que se da la noche anterior al comienzo del ciclo lectivo.

Al respecto, la directora de la Escuela 7722 Corina Milán, indicó que no es una situación fácil de abordar desde la escuela y comentó que ante la experiencia que tuvieron el año pasado trabajaron con los chicos sobre las pautas de cuidado que deben tener. 

Señaló que los estudiantes concurren a clases en un "estado psicofísico que no es el adecuado para estar en la escuela" debido a que están trasnochados y muchas veces hasta bajo los efectos del alcohol. 

En el caso de los estudiantes de 6to año de la institución, comentó que en el primer día de clases tomaron las pautas que trabajaron el año pasado en la escuela "y ellos mismos determinaron que los chicos que no estaban en condiciones no vinieran". 

En este marco, mencionó que años anteriores han vivido otras situaciones con los estudiantes que asisten luego de la fiesta y son los docentes los que deben recibirlos y asistirlos.

"Los adultos debemos reflexionar y tomar posturas sobre eso porque, si bien son nuevas prácticas hay encuadrarlas dentro de lo que podemos y siempre desde una perspectiva del cuidado integral de su salud", consideró. 

La polémica tradición del UPD