Lanzaron una campaña masiva para prohibir las jineteadas en todo el país
Una petición ciudadana busca el fin definitivo de esta práctica, denunciada como maltrato animal disfrazado de tradición.
Una campaña masiva en la plataforma Change.org está reuniendo firmas para exigir la prohibición de las jineteadas en todo el país. La petición, titulada "Prohibamos las jineteadas en Argentina", argumenta que esta práctica, tradicionalmente justificada como parte del folclore y la cultura rural, es en realidad una forma sistemática de maltrato animal que debe ser abolida en una sociedad contemporánea.
El texto de la petición es contundente: "Es hora de poner fin a las jineteadas en todo el territorio argentino. Esta práctica, que ha sido perpetuada bajo el disfraz de cultura y tradición, debe ser detenida debido a su naturaleza inherentemente cruel. Miles de caballos sufren y mueren cada año en eventos de jineteada, donde el maltrato animal se confunde erróneamente con entretenimiento".
El sufrimiento detrás del espectáculo
Más allá del debate cultural, organizaciones protectoras de animales y veterinarios especializados en equinos describen un cuadro de sufrimiento constante durante las jineteadas. Los caballos son sometidos a técnicas diseñadas para provocar un comportamiento brusco y violento, lo que constituye el centro del espectáculo.
Entre las prácticas denunciadas se encuentran:
- La aplicación de estímulos dolorosos previos al evento para generar reacciones de defensa.
- El uso de cinchas apretadas en zonas sensibles (conocidas como "baretas" o "bastos") que causan dolor y presión abdominal cuando el animal se mueve.
- La manipulación de la cola (estiramientos y torsiones) para desequilibrar al caballo.
- La exposición a un estrés físico y psicológico extremo en ambientes ruidosos y con multitudes.
"El argumento de que las jineteadas son parte de nuestras raíces culturales no puede justificar el dolor y sufrimiento infligido a los caballos", señala la petición, y añade que según diversas organizaciones, "las jineteadas implican un tratamiento abusivo hacia los caballos, que son sometidos a condiciones extremas y a un estrés físico y psicológico desmesurado".
La tradición no puede justificar la crueldad
Los defensores de la práctica suelen argumentar su valor como patrimonio cultural y tradición gaucha. Sin embargo, el movimiento abolicionista contrapone que la cultura es dinámica y debe evolucionar, especialmente cuando choca con principios éticos fundamentales.
"Esta brutalidad no debe ser celebrada ni permitida en una sociedad que avanza hacia el respeto y la compasión por todos los seres vivos", plantea el texto de la campaña.
Un dato significativo que respalda este cambio de paradigma proviene de un estudio realizado en 2020 por la Universidad de Buenos Aires, citado en la petición, que "reveló que más del 60% de los argentinos están a favor de prohibir las jineteadas, lo que indica que la percepción pública está cambiando".
Alternativas éticas y el camino legislativo
La propuesta no busca eliminar la celebración de la destreza ecuestre o la cultura rural, sino transformarla. "Las alternativas culturales que no impliquen el daño a los animales están ganando terreno y ofrecen la posibilidad de mantener vivas nuestras tradiciones sin recurrir a la violencia", explica la campaña.
El objetivo final de la petición es claro: "Instamos a las autoridades argentinas a legislar de inmediato para poner fin a esta práctica cruel e innecesaria. El cambio es posible y la historia nos muestra que muchas prácticas violentas han sido abolidas en el pasado en favor de un bienestar común".
Un llamado a la acción colectiva
La campaña concluye con un llamado emocional a la participación ciudadana: "Firmá esta petición y ayudá a cambiar la vida de innumerables caballos que merecen vivir sin sufrimiento. Juntos podemos crear un país más compasivo y justo para todos sus habitantes. ¡Hacé oír tu voz!"
Mientras la recolección de firmas continúa su curso en Change.org, el debate sobre el límite entre la tradición y la ética animal se instala con fuerza en la agenda pública, buscando que la compasión se imponga sobre una práctica que, para muchos, ya es un anacronismo incompatible con una sociedad moderna.