Se cumplió un año de pandemia y todo cambió. De la mano del nuevo escenario sanitario cada espacio cotidiano se transita de otra forma. El barbijo está presente en todas las actividades, el alcohol en gel en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. De pronto nos transformamos en "especialistas" en vacunas y analizamos el origen con pocos elementos.

Momentos de resistencia y luego resignación hasta entender que la "nueva normalidad" ya está entre nosotros.

En ese marco la demanda en farmacias tuvo un rol central en el inicio y lo sigue teniendo hoy. Cuando nadie sabía de qué estábamos hablando exactamente al mencionar la palabrita "coronavirus" muchos corrían a buscar ibuprofeno, paracetamol, algunos barbijos y alcohol. Casi intuitivamente. Y luego la corrida hacia adentro de las farmacias intentando sostener la oferta con precios que como suele suceder en estas situaciones, se disparan rápidamente.

Y así se fueron transformando también los hábitos de consumo y la demanda de medicamentos de acuerdo con lo que nos explican las farmacéuticas Ileana Toledo de Farmacia Alvear de Esquel y Laura Wengier de Trevelin.

"El aislamiento, disminuye un montón de patologías que antes eran muy comunes" señalan en contacto con EQSnotas.com y marcan a manera de ejemplo los productos para piojos que se venden mucho menos. La ausencia de asistencia a las aulas fue clave para que se registre esta situación.

Lo mismo sucedió con los medicamentos para enfermedades respiratorias, bronquiolitis entre ellas, que tenía una presencia fuerte en la etapa de otoño e invierno.

Como contrapartida aparecieron otros consumos, entre ellos el alcohol en gel o spray y en un principio los barbijos aunque esta demanda fue bajando luego que se comenzaron a fabricar en otros espacios y hasta en casa.

Y luego llegó el debate por la ivermectina, en verdad un medicamento que existe hace mucho tiempo para tratar patologías como la sarna, pero que en el actual contexto se mencionó que ayuda a llevar mejor los efectos que genera el COVID-19.

Se trata de un fármaco antiparasitario controversial que suele utilizarse para tratar los gusanos parasitarios tanto en personas como en animales pero la evidencia científica de su eficacia contra el coronavirus aún es relativa.

Algunos estudios han indicado que el fármaco puede prevenir que varios virus se repliquen en las células. Y el año pasado, investigadores en Australia encontraron que, en dosis elevadas, en cultivos celulares, la ivermectina suprimió el SARS-CoV-2, el virus que causa COVID.

Dichos hallazgos alentaron el uso del medicamento contra la COVID-19, especialmente en América Latina.

"Es un medicamento muy solicitado" señalan las farmacéuticas pero advierten que puede tener algunos efectos contraindicados. La clave también está en la regulación de las dosis.